n años recientes un par de documentales han enfocado la fabricación y práctica de la pirotecnia en México, concretamente en el pueblo de Tultepec. Exhibido el año pasado en el festival de Guadalajara, Poetas del cielo, de Emilio Maillé, es el recuento de diversos expertos en fuegos artificiales en el mundo, incluidos los valientes artesanos de dicha población mexicana. Y ahora se estrena un esfuerzo anterior, Pólvora y gloria, debut del alemán Viktor Jakovleski.
A diferencia del documental de Maillé, Pólvora y gloria se centra exclusivamente en Tultepec y la celebración del día de San Juan de Dios, santo patrono de los pirotécnicos. Filmado a lo largo de tres años, el trabajo de Jakovleski se limita al principio a registrar aspectos de la fabricación de los fuegos artificiales. Informales entrevistas revelan que los artesanos están conscientes de que se juegan la vida con su oficio. Y hay un niño, Santi Sánchez, a quien su padre trata de convencer a ser el heredero de ese trabajo familiar, porque la pólvora la trae en la sangre
. El niño no está muy convencido de ello y dice temerle a la muerte. (En Poetas del cielo, se contrastaba el método nada científico de los mexicanos, con el cuidado y precisión de los japoneses, por ejemplo).
El cineasta alemán menciona de paso las tragedias que ocurren en Tultepec (poco después de la filmación ocurriría una de las mayores explosiones del lugar), pero se concentra en lo suyo: filmar los riesgos que corren fabricantes y pobladores al participar en los festejos. Una primera parte dedicada a los castillos describe –por medio de la cámara GoPro– cómo uno de los técnicos asciende a alturas vertiginosas para ultimar detalles. En medio de una tormenta, un rayo pega contra un castillo y lo incendia. Por suerte, las cosas no pasan a mayores y los lugareños controlan y apagan el incendio.
La segunda parte es mucho más espectacular, pues se dedica a los enormes toros. Si antes el toro era cargado por una persona que corría bajo el despliegue pirotécnico, ahora esas figuras son del tamaño del Caballo de Troya y tienen diseños estilizados y atractivos. Claro, cuando los explosivos son detonados, hacen llover una cascada de centellas y chispas sobre quienes los mueven y los espectadores aledaños. El efecto visual es de una gran belleza para pirómanos. Jakovleski lo filma con una cámara extasiada (hay mucha cámara lenta, por supuesto), aunque muestra los peligros de dicha actividad: en un puesto de emergencias, médicos atienden las quemaduras de diversas personas, entre ellas un joven a punto de perder un ojo.
Por desgracia, la machacona música percusiva de Dan Romer y Benh Zeitlin básicamente estorba cuando el sonido ambiental hubiera sido suficiente. (Eso de que los cineastas no confíen en la fuerza de sus imágenes y decidan recurrir al apoyo artificial de la música es muy común).
Ciertamente breve –el documental apenas rebasa la hora de duración–, Pólvora y gloria se hubiera beneficiado de una mirada más incisiva. Así como está da la impresión de ser el testimonio de un turista que se ha sorprendido por la belleza y el peligro de un ritual pagano.
Pólvora y gloria
(Brimstone & Glory)
D: Viktor Jakovleski/ F. en C: Tobias von dem Borne/ M: Dan Romer, Benh Zeitlin/ Ed: Affonso Goncalves/ P: Department of Motion Pictures, Cinereach, COurt 13 Pictures. Estados Unidos-México, 2017.