Opinión
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Infancia y sociedad

Telekinder

C

uando no era sicóloga ni investigadora ni periodista ni filósofa tenía, en cambio, un tesoro: 18 años de edad, y acababa de graduarme en la Escuela Normal para Maestras de Jardines de Niños. Ocurrió entonces algo inesperado: me eligieron para conducir en Canal 5 de Televisión, bajo la identidad de Maestra Lupita Bárcena, un programa infantil que se transmitía en vivo de lunes a viernes a las tres de la tarde, cuya primera conductora fue doña Pepita Gomís.

Lo más hermoso de esa experiencia fue el amor de niñas y niños prescolares, quienes de por sí suelen enamorarse de su maestra, y más aún si ella aparece en la tele con un espejito mágico en la mano, que le permite ver a través de la cámara para saludar y nombrar a los niños que la mirandesde casa. Todavía conservo algunos de los cientos de dibujos que recibí por correo, así como fotografías de lindas caritas. En México el programa se llamó Telekinder, pero su nombre original era Romper Room, y lo crearon en 1953 los estadunidenses Bert y Nancy Claster. Primero se instaló en todos los estados de la Unión Americana, después como franquicia internacional llegó a niños de casi todo el mundo hasta 1994. La idea original era que todo infante recibiera estimulación prescolar a las nueve de la mañana, desde su casa. Tengo muchas anécdotas de aquella experiencia que me llevó a Nueva York y a Baltimore para entrenarme con otras chicas estadunidenses en la conducción del programa. Pero aclaro que mis mejores recursos pedagógicos ya me los había dado la Escuela Normal para Maestras de Jardines de Niños de mi país.

De las virtudes del programa, destaco hoy la presencia de tres niñas y tres niños en el estudio de tv, que cambiaban por otros cada dos semanas. Estoy segura que alumnos reales, aunque sean pocos, dan a las teleclases mayor atractivo, vitalidad y verosimilitud. Además, con alumnos presentes hay más posibilidades de concentración y de aprendizaje, ya que, como lo demuestra la sicología social, se aprende bien a través de la identificación y la imitación de modelos humanos. El sicólogo Albert Bandura lo identificó como Aprendizaje Vicario. Este recurso se puede incorporar –con previsiones sanitarias– para mejorar las infortunadas y aburridas tele-clases de la SEP.

Para los maestros Chela Tapia, Raquel Bárcena, Jorge Martínez Stack y Marco Esteban Mendoza.