El arte ha brindado un pedacito de calle y un espacio de libertad a reclusas del penal de Santa Martha Acatitla. Sin embargo, las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia de Covid-19 las han sometido a un doble encierro, el del encarcelamiento y el del distanciamiento social.

El colectivo Mujeres en Espiral, que desde hace 12 años ha llevado actividades culturales al centro penitenciario, elaboró el fanzine Cuerpos y anticuerpos: maniobras y otros contagios en tiempo de pandemia para investigar y difundir las condiciones de quienes purgan condena en la cárcel ubicada en el oriente de la Ciudad de México durante este periodo en el que el mundo se ha confinado.

Palabras como inoculación, contagio, cubrebocas y anticuerpos adquieren nuevo significado al nombrar breves capítulos en los que hablan de metáforas sobre los cambios en las vidas dentro y fuera del penal a partir de la amenaza viral. La esperanza y la lucha se imponen: la boca que cubrimos y las manos que limpiamos incesantemente volverán a ser nuestro campo de batalla.

Son 20 mujeres, entre ellas investigadoras, reclusas, estudiantes y egresadas del sistema penitenciario, las que visualizan el confinamiento extremo que se vive en la cárcel. Textos, fotografías y dibujos ayudan a externar las problemáticas de quienes han visto más mermada su vida como consecuencia de la pandemia. Una de ellas ha sido la restricción de visitas y la cancelación de actividades culturales, deportivas y educativas.

Al respecto, la tallerista Jackline señala en la publicación: Es una situación fuerte y dolorosa; se restringió la entrada de personas, no sólo de familiares, sino también de quienes imparten talleres. Con los cursos, de alguna manera les llevabas un pedacito de calle, de libertad.

La organización Mujeres en Espiral fue creada por investigadoras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para indagar en la importancia de las prácticas artísticas como for-mas de visibilidad y denuncia. Desde hace 12 años comenzaron a trabajar junto con las reclusas para crear herramientas de sobrevivencia basadas en el arte, la pedagogía crítica y la justicia.

En principio, el proyecto fue impulsado por las especialistas del Instituto de Investigaciones Estéticas para aportar conocimiento académico al servicio de urgencias sociales, como la reproducción de la violencia contra las mujeres y su ejercicio en el sistema penitenciario.

La función del arte

Colectivos de artistas y las mismas presas se han unido para dar vida a esta propuesta de resistencia en el encierro, porque las prácticas artísticas en este contexto son muy útiles.

Un fruto de su colaboración, entre otros, fueron cuatro murales para transformar el espacio carcelario. En ellos se expresan conceptos de libertad, así como nociones jurídicas. Recién inaugurado, comentó Lulú, una de las partícipes: “Dijeron ‘píntense como quieran’; yo no me iba a pintar viendo hacia adentro, si es lo que yo no quería ver. Yo quería ver hacia afuera, la inmensidad, lo grande, la libertad”.

Publicado hace unos días, señalan: Comenzamos este fanzine, confinadas, con la intención de reflexionar sobre los impactos diferenciados que ha tenido la epidemia en mujeres privadas de la libertad. Reflexionamos de manera colectiva sobre cómo la universidad podía acercarse a las prisiones en medio de una emergencia sanitaria que nos ha condenado al distanciamiento social, exponen en el ejemplar digital de 100 páginas, el cual se distribuye de manera gratuita en el enlace https://bit.ly/3i3T5Cz

La emergencia sanitaria ha sacado a la luz muchas de nuestras vulnerabilidades, los privilegios de pocos, el limitado acceso a derechos básicos (salud, vivienda, educación) de muchos, las desigualdades, la importancia del contacto social y el peso de la incertidumbre.