En Reino Unido, los teatros han recibido luz verde a fin de reabrir este mes, pero para la gran mayoría de lugares, la posibilidad de que la cortina se alce pronto es remota. Para otros, podría incluso no pasar.

La industria británica de las artes y el entretenimiento, una de las más exitosas del país, está en crisis. Actores, técnicos y dueños de teatros dicen que permitir que los lugares abran sus puertas y den la bienvenida a sus invitados es inútil, pues casi todas las producciones pierden dinero cuando un espectáculo está a menos de 70 por ciento de su capacidad, lo que es imposible con el distanciamiento social.

Con un metro entre cada miembro del auditorio, la mayoría de los teatros tendría que cancelar cada dos filas y dejar dos asientos vacíos por cada uno ocupado. Es un poco como decirle a un lechero que puede volver a trabajar, pero sólo se le permite entregar tres botellas al día, afirmó Laurie Kirkby, ingeniero de sonido que había trabajado 10 años en El fantasma de la ópera hasta que la pandemia atacó.

Todos los teatros sobreviven por la venta de entradas, y si sólo puedes vender 20 por ciento de tus asientos simplemente no es factible. No tiene sentido abrir, describió Kirby a The Independent.

La historia del teatro británico no es sólo una parte importante en el paisaje cultural de la nación, es también un gran negocio y un gran generador de empleos.

Los cierres ya han empezado. El Nuffield Theatre en Southampton, alguna vez llamado teatro local del año, anunció que cerraría luego de más de cinco décadas. Se esperan más, a menos que el gobierno haga más laxas las reglas de distanciamiento social o dé apoyo financiero.