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Penultimátum

Mercedes Barcha, coherencia y generosidad

E

l martes 27 de junio de 1961, un día después de su arribo a México, Gabriel y Mercedes García Márquez fueron invitados a comer al departamento del librero y cinéfilo catalán Luis Vicens y su esposa, Nancy. Llegaron con Álvaro Mutis. Tanto éste como los Vicens eran amigos de los recién llegados desde que vivían en Bogotá. También disfrutó de ese convivio el autor de esta columna.

Al final de la comida, Mercedes dijo: Tengo el presentimiento de que en México echaremos las últimas raíces. Y así fue. De esas raíces emergió un sólido árbol a cuya sombra se dio una inigualable obra literaria, una lucha por las mejores causas sociales y la amistad a toda prueba.

Bien se sabe el papel que ella jugó en la vida y la obra del Nobel, especialmente en sus inicios en México. Cómo al no tener el dinero suficiente para enviar la segunda parte de su clásica novela, empeñaron hasta la licuadora con tal de que llegara a Buenos Aires. Y lo que entonces ella le dijo a su esposo: “Oye, Gabo, ahora lo único que falta es que esa novela sea mala”.

Se fue con discreción y delicadeza

Además de llevar a buen puerto en tiempos malos y buenos a la familia, Mercedes ejerció de madre ejemplar de dos talentosos hijos. Y durante algún tiempo, secretaria y gestora de los asuntos del también periodista, lo hizo con extrema delicadeza, con inteligencia y sin interferir en el quehacer público que rodea a un personaje famoso.

Bien claro lo dijo García Márquez al proclamar: Nací en Aracataca, Colombia. Mi signo es Piscis y mi mujer es Mercedes. Esas son las dos cosas más importantes que me han ocurrido en la vida, porque gracias ellas, al menos he podido sobrevivir escribiendo.

Al fallecer su compañero de vida, Mercedes Barcha se dedicó, ajena a las tentaciones de la vanidad, a dejar a buen resguardo el archivo del Nobel en la Universidad de Texas (disponible para consulta) y la Fundación Nuevo Periodismo.

Espléndida anfitriona, cabe añadir su discurso coherente, lo generosa con tantos que buscaron su apoyo. Con discreción, nos dejó físicamente.