Viernes 21 de agosto de 2020, p. 25
Moscú. La figura más destacada de la oposición al Kremlin, Aleksei Navalny, se debate entre la vida y la muerte en la unidad de cuidados intensivos de un hospital de la ciudad siberiana de Omsk, donde ayer fue ingresado de urgencia por lo que los médicos diagnostican como envenenamiento con una sustancia tóxica aún por definir.
Navalny, quien se encuentra en estado de coma y está conectado a un aparato de respiración artificial, con pronóstico grave pero estable, empezó a sentirse mal apenas despegó su avión del aeropuerto de Tomsk –otra ciudad siberiana– en vuelo hacia Moscú y, tras sufrir fuertes dolores y perder el conocimiento, el capitán de la nave solicitó un aterrizaje de emergencia en Omsk.
El famoso bloguero –quien asumió de modo simbólico el liderazgo de la oposición extraparlamentaria en Rusia con sus denuncias en Internet de la corrupción de miembros prominentes de la élite gobernante (titulares de carteras en el gobierno, funcionarios de dependencias públicas, legisladores oficialistas, empresarios del primer círculo presidencial)– regresaba a Moscú después de visitar Novosibirsk y Tomsk.
En ambas regiones seguidores de Navalny se presentan como candidatos en las elecciones convocadas para septiembre, aparte de que pudo reunir evidencias de los malos manejos y la riqueza acumulada por los aspirantes avalados por el Kremlin, según trascendió.
Muy larga resulta la lista de personas que –exhibidos su enriquecimiento ilícito y abusos de poder– pudieran querer vengarse de Navalny, por lo cual hay elementos para suponer que su intoxicación en Tomsk no tiene que ver necesariamente con su estancia en Siberia.
Según relata Kira Yarmysh, encargada de comunicación social en el equipo de Navalny que viajaba con él, el opositor por precaución no quiso desayunar nada en el hotel y sólo tomó una taza de té en un local del aeropuerto de Tomsk.
Tuvo tiempo para sacarse una foto con sus acompañantes en el autobús que los llevaba para abordar el avión –disponible la foto en las redes sociales– hasta que, en pleno vuelo, su rostro se descompuso, comenzó a tener intenso dolor en el vientre y, al intentar ir al baño, se desmayó.
El capitán del vuelo Tomsk-Moscú de la compañía S7 solicitó permiso para un aterrizaje de emergencia, lo que evitó lo que hubiera sido una muerte inevitable en el aire y ahora depende de la capacidad de los médicos para tomar decisiones acertadas y, si no fallan, del propio paciente para recuperarse.
No es la primera vez que se atenta contra la vida de Navalny, ya intoxicado durante un encarcelamiento y también afectado con el lanzamiento de ácido en los ojos que requirió tratamiento en una clínica de España.
En esta ocasión, si Navalny logra despertar del coma, no se descarta que su esposa Yulia, quien ayer llegó a Omsk, autorice su traslado en un vuelo especial para seguir tratamiento en un hospital de otro país, pero los médicos que lo están tratando consideran que su estado no permite moverlo a ningún lado.