Opinión
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Tiempos nuevos
L

os intelectuales neoliberales orgánicos de los gobiernos pasados –los notables–, son pocos, pero los comunes son abundantes en toda la República. Trabajan en la producción y reproducción del consenso –al menos del consentimiento pasivo–, conferido hasta hace poco por las grandes masas de la población. Se desempeñan “en las diferentes organizaciones culturales (sistema escolar, organismo de difusión –periódicos, revistas, radio– etc.), y en los partidos de la clase dominante”. Palabras de Gramsci.

En los primeros años de la década de los 70 el neoliberalismo inició su expansión por el mundo, no sólo como ideología dominante de esta etapa histórica del capitalismo, sino también como forma de su operación económica y política. Sus fundamentos fueron la libertad económica, el derecho del individuo a la propiedad y a contratar, y la igualdad jurídica de los ciudadanos. La reforma de las instituciones del Estado para gestionar esos principios completaron la nueva estructura de dominación. Incluidas las ficciones jurídicas, esas tesis han sido mil veces desmontadas desde una mirada a la realidad de la vida de los humanos.

Son ideas decimonónicas, pero sus nuevas formas institucionales comenzaron en un momento en que los keynesianos no supieron explicar el aluvión del estancamiento con inflación ( stagflation) derivado de la primera crisis petrolera (1973) y quedó abierta la coyuntura para devastar el Estado de bienestar creado al término de la Segunda Guerra Mundial. En los años 70, además, la URSS entró en una senda de retraso y descomposición que culminó en la debacle de 1990/91. Fukuyama declaró el fin de la historia y hubo vía libre a la gran borrachera de la globalización financierizada… hasta 2007/08.

El neoliberalismo tiene una contradicción desnuda atravesada en la sesera. Repudia al gobierno: cualquier cosa lejos de la centralidad del mercado es en el mejor de los casos ineficiente y, en el peor, es socialismo (como dice el zombi Gilberto Lozano); pero para nada es anti-Estado. Como señala el historiador Quinn Slobodian, utiliza el Estado para encapsular los mercados con la finalidad de protegerlos de los desafíos de verdad democráticos. Más aún, en México fue también en todo tiempo interminable campo de negocios corruptos.

Los notables hicieron su trabajo a partir de los gobiernos de De la Madrid/Salinas (1982-1994), cada vez con mayor ahínco y cargados de triunfos, hasta… julio de 2018. No dejarán la plaza y quieren la restauración de la pluralidad PRI-PAN-PRD repudiada por 30 millones en ese mes y año.

Pero los notables pueden quedar pronto en la orfandad. El neoliberalismo ha iniciado su viaje en la nave del olvido, aunque falta inmensa tarea por cumplir para verlo desa-parecer en el horizonte. Aún sin banderas definidas, ideas y fuerzas sociales múltiples se abren paso por el mundo en el propósito común de despejar el pernicioso proyecto. Entre negros nubarrones y amenazas Trump camina hacia la puerta trasera. Y no es que Biden-Harris sean una promesa luminosa.

Tiempos nuevos. Ideas que se consideraban hasta ridículas, como los mucho mayores impuestos a la riqueza y el capital o la salud y la educación gratuitas o el ingreso mínimo universal o el papel del dólar o el rol bárbaramente aberrante del capital financiero internacional, en Europa y en Estados Unidos, forman parte actual de la conversación pública cotidiana, impulsada por los estragos de la pandemia.

La evidencia desde 2007/08 muestra el pantano de la economía en todo el mundo. Las guerras culturales respecto a los valores sobre la sociedad y el individuo o acerca de la calidad ciudadana desigual, el dogmade la prosperidad que equipara el valor personal con el éxito financiero o la necesidad de la inversión pública masiva en infraestructura verde, en todas partes están en la orden del día, en los medios y en múltiples espacios académicos, ahora acompañados por movimientos sociales organizados. El reclamo de este nuevo mañana, como mínimo, tienen frente a sí Biden y Harris. Los procesos políticos, en las naciones centrales y en muchas periféricas, de hoy en adelante, estarán cargados de esos reclamos.

Este mundo nuevo en ciernes irá opacando a los intelectuales orgánicos neoliberales de todas partes. Casados con el pasado neoliberal, su orfandad será cada vez mayor. Su centralidad en los medios culturales se volverá marginalidad. Es preciso combatirlos en el presente como una lucha más que ayude al mundo a salir de un atasco que no debiera volver por sus fueros nunca más. Nunca el capitalismo cometió más atrocidades contra la sociedad y contra el planeta.

México dio un paso al frente en julio de 2018. La idea de gobierno de la 4T ha buscado alejarse de los dictados neoliberales, pero aún no ha ganado el poder. La tarea incluye una 4T dispuesta a aprender de la experiencia propia, y de la de otros impulsos políticos y sociales que se abren paso en otras tierras. Si los humanos son la referencia, uno o unos socialismos llegarán en ese camino.