os migrantes que llegan a México provenientes del Caribe son fundamentalmente cubanos y haitianos, pero tienen trayectorias, motivaciones y salidas muy diferentes.
Los cubanos aprovecharon, por más de medio siglo, las facilidades que les otorgaba Estados Unidos para solicitar y obtener asilo. La política cambió en 1995 por el acuerdo de pies secos, pies mojados negociado entre Cuba y Estados Unidos que pondría fin a los balseros que llegaban por el estrecho de la Florida, con los pies mojados y motivó el cambio de rutas migratorias. De esa fecha en adelante, llegarían por la frontera mexicana con los pies secos
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Pero para llegar a México había primero que salir de Cuba y en segundo lugar poder arribar a otra nación para emprender el camino. Algunos países afines a Cuba favorecieron el proceso migratorio; facilitaron el ingreso de cubanos sin visa. En 2000, con la llegada de Hugo Chávez en Venezuela, se inició la corriente migratoria; en 2007 se facilitó el ingreso a Nicaragua con el arribo de los Ortega y, en 2008 se abrió la posibilidad de llegar a Ecuador sin visa. Los viajes a estas naciones permitieron a muchos viajar como turistas, estudiantes o negociantes y tomar el camino del norte.
En la década pasada, entre 2010 y 2019 hay tres momentos de repunte de la migración cubana, de acuerdo con el número de retenidos por el Instituto Nacional de Migración (Inami), los cuales en su mayoría iban de tránsito a Estados Unidos. En 2018 sólo se detuvo a 700 cubanos, pero al año siguiente fueron alrededor de 3 mil y es posible que la razón haya sido la liberalización de permisos de salida en Cuba, que tradicionalmente era muy restrictiva tanto para la salida como para el retorno. En 2015 ocurre otra reactivación cuando se anuncia la distención en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y se sospecha un cambio en la política de refugio, en este contexto el flujo se incrementó tres veces, de 2 mil en 2014 a 9 mil en 2015. Luego se vuelve a incrementar en 2019, esto debido, probablemente, a la política aperturista del gobierno mexicano, cuando el flujo pasó de 500 en 2018 a 7 mil en 2019.
La migración cubana tiene un alto perfil educativo, pero cuenta con muy escasos recursos económicos. Sin embargo, un alto porcentaje tiene capital social con sus familiares en Miami que financian los viajes y en la actualidad a los abogados que los apoyan en sus peticiones de refugio.
Todo lo contrario de la migración haitiana que suele tener un bajo perfil educativo y muy pocos recursos. La migración haitiana es de larga data, igual que la cubana, pero en 2010 hubo un gran detonador, un terrible terremoto que arrasó con las ciudades. Dos naciones les abrieron las puertas: Estados Unidos, que otorgó 93 mil visas de estatus temporal protegido (TPS), y Brasil, que proporcionó cuotas de visas humanitarias, en total unas 85 mil; en este caso la razón era muy simple los brasileños requerían de mano de obra barata para las obras del Mundial de Futbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
El problema para los haitianos era llegar a Brasil, sólo 17 países en el mundo les dan entrada libre. De ahí que optaran por viajar a Ecuador, el único país del mundo que no pedía visa a ningún otro. De ahí viajaban por tierra a Perú y la selva amazónica en la Triple Frontera entre Bolivia, Perú y Brasil, en el río Acre.
Pero después de trabajar varios años, una tercera parte de los migrantes que llegó a Brasil decidió dejar el país y buscar nuevas alternativas, unos en Chile, donde no les pedían visa y otros en Estados Unidos, por un largo y peligroso periplo. A México llegaban muy pocos migrantes haitianos en tránsito, menos de 100 por año. En 2015 fueron reportados por el Inami 77 haitianos, pero en 2016 se registró a 17 mil, a los que se les dio permiso de salida. Su meta era cruzar la frontera para solicitar refugio o acogerse al programa de estatus temporal protegido que todavía estaba vigente. Fue la primera crisis migratoria de refugiados del siglo XXI para México y Estados Unidos.
El arribo de miles de haitianos a la frontera colapsó el sistema de acogida a solicitantes de refugio en Estados Unidos. Igualmente colapsaron las casas de migrantes de Tijuana que de la noche a la mañana recibieron a este nuevo grupo de migrantes. La puerta se cerró para los haitianos y se tuvo que organizar de manera informal listas de espera, de acuerdo con las cuotas que podían atender los agentes fronterizos. Y el sistema llegó para quedarse, hasta ahora es el Inami el encargado de controlar y dosificar el flujo de solicitantes de asilo que eligen la vía de cruce legal. Un cruce no siempre exitoso, cerca de 4 mil se quedaron definitivamente en Tijuana.
Los años siguientes el flujo disminuyó notablemente, en 2018 sólo se registró a 448 haitianos, pero en 2019 les llegó el anuncio de la apertura mexicana y el flujo se incrementó casi a 4 mil.
Sin duda la política migratoria mexicana tuvo un efecto llamada para migrantes cubanos y haitianos y aún hay muchos varados en la ruta. La Unidad de Política Migratoria reportó que de enero a junio de 2020 habían sido retenidos mil 309 haitianos. Muchos otros están varados por la pandemia de Covid-19 en diversos países de América Latina, en espera de que se abran las fronteras.