En la Sierra Madre Occidental de Jalisco, Durango, Nayarit y Zacatecas se encuentra la región wixárika; rica en cultura y biodiversidad, pero bajo condiciones de desigualdad y pobreza estructural desoladoras. Una creciente inseguridad azota su territorio por despojo a manos de caciques, crimen organizado, y el propio Estado, que ha promovido y validado proyectos extractivos en sus lugares sagrados. La educación escolarizada en la sierra wixárika está diseñada por el Estado, y pocos son los proyectos educativos puestos en marcha desde un planteamiento intercultural y contextualmente pertinente (Véase: http://redceiwyna.org.mx/).
La migración ha sido por décadas una opción obligada para su población; en años recientes este fenómeno ha tenido un notable aumento entre jóvenes wixáritari. Estudiar la universidad o una carrera técnica, a la par de trabajar para sostener su estancia en las ciudades, se ha convertido en un proyecto personal, familiar y comunitario. Su búsqueda, no solo es mejorar las condiciones económicas personales y familiares, sino eventualmente asumir los cargos en la defensa de su territorio y derechos humanos, representatividad política comunitaria y llevar a cabo funciones en diferentes ámbitos laborales y profesionales que anteriormente –y aún en la mayoría de los casos-, siguen a cargo de personas no wixáritari.
Cuando los y las jóvenes wixáritari llegan a los centros urbanos como Guadalajara, Jalisco o Tepic, Nayarit –por mencionar algunos-, se enfrentan a una sociedad incapaz de respetar la diversidad cultural y lingüística del país. Es así que en los diferentes ámbitos en los que se desenvuelven –el trabajo, la universidad, el transporte público, la vida cotidiana-, los y las jóvenes expresan y resisten el ser rechazados, discriminados y racializados por su lengua, vestimenta y color de piel. Esto ha derivado en que algunos jóvenes wixáritari busquen ocultar su origen porque la sociedad continua oprimiéndolos.
Por otro lado, en las comunidades de origen, las familias, los abuelos y sabios de la cultura se preocupan porque los y las jóvenes wixáritari: “dejan la ruta de la purificación y agradecimiento a las deidades tradicionales de la cosmovisión wixárika”. Pero, la falta de recursos económicos y las agendas educativas y laborales, incompatibles con su calendario agrícola-ceremonial, los y las aleja de participar y aprender desde la práctica su cultura. Esto ha generado roces o tensiones entre ambos grupos, porque los mayores temen que las prácticas culturales del pueblo wixárika se pierdan ante la falta de participación de las nuevas generaciones. Los y las jóvenes, por su parte, son conscientes de dicha contradicción, pero aspiran volver y retomar las prácticas culturales que muchos de ellos y ellas aún desean aprender. A la par, también desean sobresalir y desempeñarse profesionalmente. Lamentan que en sus comunidades no existan las oportunidades laborales y económicas que les permitan regresar tras concluir sus estudios: “es difícil sobresalir fuera de mi ámbito materno y a la vez conservar toda mi cultura”. Durante este proceso –jóvenes y abuelos-, advierten que su vínculo comunicativo se ha debilitado.
Ante este panorama los y las jóvenes wixáritaari transitan con los recursos a su alcance para enunciarse, autorrepresentarse y hacer resonar sus voces en diversos espacios citadinos y virtuales antes poco o nulamente utilizados. Esto ha derivado, en diferentes espacios de encuentro educativos, públicos y sociales, y significativos esfuerzos –individuales y colectivos-, de organización, denuncia y divulgación de distintas temáticas como: el arte, la lengua y cultura, y de manera cada vez mayor, la defensa de sus derechos colectivos y humanos a una vida digna. Es relevante destacar que cada vez más las jóvenes wixáritari asumen una voz activa en diferentes espacios públicos y digitales para condenar las distintas violencias y para denunciar como niñas, mujeres y ancianas han sido invisibilizadas en sus comunidades y por las autoridades gubernamentales.
El uso de las redes sociales digitales es continuo. Su apropiación, a partir de perfiles y páginas temáticas, en donde músicos, artistas, activistas, defensores comunitarios, representantes de la comunidad LGBTTTQI, colectivos y organizaciones juveniles, entre otros, se expresan mediante discursos comunicativos y narrativas propias el orgullo de ser wixárika. ¿Y qué es ser wixárika? Para los y las jóvenes de esta generación, la cultura e identidad son procesos en continua transformación, que los y las lleva a cuestionarse por el devenir y la defensa de su cultura y territorio, pero también tienen el deseo de construir nuevos proyectos de vida, porque expresan: “lucharé por no olvidar de dónde vengo y seguir llevando a cabo mi cultura, sin olvidar también como cualquier persona que tengo derecho a soñar”.
Los y las jóvenes wixáritari buscan expresarse y ser tomados en cuenta en los espacios culturales y políticos de sus comunidades. Por su parte, no pretenden colocar una crítica al sentir y pensar de los mayores, sino construir nuevas maneras de enunciarse y ser escuchados para fortalecer sus vínculos con los y las miembros de sus comunidades de origen, mientras tanto en la ciudad, se organizan de distintas maneras para vivir y enfrentar las circunstancias que los mantienen fuera. •