Miércoles 5 de agosto de 2020, p. 4
Madrid. Cuando el mundo saca todas sus armas para enfrentar la pandemia de Covid-19, el arte también se reinventa de manera inédita para llenar de colores, formas y diseños las más disímiles piezas. En ese ámbito destacan los cubrebocas, barbijos, mascarillas o nasobucos, medio por excelencia para evitar el contagio de coronavirus y convertidos en verdaderos lienzos.
Creadores de todo el mundo han volcado su obra en la elaboración de estas piezas, en tanto reconocidos museos trasladan las joyas de sus colecciones a esos accesorios, que ya forman parte de sus existencias de souvenirs con el arribo de la nueva normalidad. Las obras de arte impresas en las mascarillas marcan tendencia a pesar de que algunos especialistas critican su reproducción porque –refieren– atrofia la esencia única de cada pieza, concebida para un formato distinto.
Entre los ejemplos de instituciones inmersas en la nueva ola destacan, en España, el Sorolla de Madrid, que ofrece mascarillas estampadas con obras como Paseo a orillas del mar y El balandrito, así como el Museo del Prado, con motivos de El jardín de las delicias, de El Bosco, y el Thyssen-Bornemisza.
Resaltan también el National Gallery y el Tate de Londres, Reino Unido; el Metropolitan Museum, de Nueva York, Estados Unidos; el Pompidou, de París, Francia, y el Rijks, de Países Bajos.
Piezas de pintores como Monet, Van Gogh, Renoir, Rembrandt, El Bosco, Paul Klee, Sonia Delaunay, Theo van Doesburg, Sándor Bortnyik, Carlos Amorales y Ai Weiwei devienen carta de presentación en los rostros de las personas y se transforman en creaciones utilitarias en tiempos de pandemia.
Algunas personas se cuestionan el valor de estas reproducciones incluidas en estantes de souvenirs llenos de camisetas, cuadernos, imanes, pulseras y vasos, entre otros productos, mientras otras resaltan la necesidad de la cultura de reinventarse y salir de vidrieras para formar parte de la vida diaria.