¿Cuándo sanará
Lozoya? //Clase política: hasta el cuello //Garzón: lucro, ante todo
milio Lozoya cumple 10 días de estancia en el lujoso hospital privado que le dio asilo
tras la aparición
de una extraña enfermedad
que habría adquirido
en pleno vuelo Madrid-Ciudad de México, porque la autoridad española lo extraditó sano y salvo, y hay constancia médica. Fue cosa de pisar suelo nacional para que, de la nada, el ex director de Pemex reportara un delicado estado de salud
y con ello evitara –se supone que en forma momentánea– su traslado a la cárcel. Desde ahí, Baltasar Garzón, su abogado defensor, enseñó el cobre y reveló su estrategia: reventar el juicio en contra de su cliente.
Pero la mala salud
del ex funcionario no impidió a su defensa –y achichincles gachupines que lo acompañan– la selecta filtración a ciertos medios mexicanos de las primeras declaraciones de Lozoya en Madrid, rendidas ante los representantes de la Fiscalía General de la República, que involucran –como debe ser– a la tradicional famiglia ( capisci) política nacional, coimera por excelencia.
Como bien lo publicó La Jornada, el traslado directo de Lozoya Austin del aeropuerto de la Ciudad de México al hospital, haber conseguido que no se pusiera a disposición de los jueces para las audiencias iniciales, así como la filtración de información a medios periodísticos, forman parte de la estrategia que la defensa del ex director de Pemex, que encabeza Garzón, habría desplegado para descarrilar el posible juicio en su contra y evitar así que su cliente pise la cárcel. Funcionarios y litigantes consultados indicaron que con la estancia de Lozoya en un hospital y que no haya sido puesto a disposición de jueces federales se trata de evitar que pise la cárcel; encontrarle una salida digna y viciar el proceso que impida al Ministerio Público Federal llevarlo a prisión
(Gustavo Castillo y Roberto Garduño).
Las vueltas que da la vida: Baltasar Garzón pasó de defender a las víctimas de delitos de lesa humanidad (como los del franquismo), terrorismo de Estado (como en el gobierno de Felipe González), violación de los derechos humanos y corrupción política, a proteger los oscuros intereses de delincuentes de cuello blanco como Emilio Lozoya y la caterva de asaltantes que este personaje representa, desvalijadores profesionales de la nación. Así, para el ex juez español –inhabilitado como tal en su país por prevaricación– ahora lo único importante es obtener una buena raja de los dineros mal habidos del ex director de Pemex y la pandilla que lo acompaña.
En vía de mientras, la filtración de las primeras declaraciones de Lozoya ha provocado terror entre la famiglia política mexicana. Sus integrantes están conscientes de que por primera vez el proceso judicial en su contra va en serio. Y no sólo es el caso Odebrecht, lavado de dinero, la campaña electoral de EPN, el cochinero de AgroNitrogenados y Fertinal, y el robo en despoblado, sino los sobornos para que las reformas
peñanietistas (11 en sus primeros dos años de estancia en Los Pinos) fueran aprobadas rapidito y sin chistar, para dar la imagen de la fortaleza política
del régimen y del exitoso Pacto por México
(firmado por muchos que hoy están en proceso judicial o a punto de enfrentarlo).
Tales reformas
fueron un jugoso negocio (siempre a costillas de la nación), pero no sólo para Peña Nieto y su pandilla político-empresarial (no hay que olvidar a Calderón y sus guajiros), sino para los levanta dedos en el Congreso y magnates afines, sin olvidar a ciertos periodistas
que todo lo veían color de rosa. Así, tras las primeras revelaciones del ex director de Pemex, mágicamente comenzaron a registrarse apresuradas renuncias en el Senado, desapariciones
de ex funcionarios (ahí te hablan, Videgaray), los clásicos deslindes
de yo no fui, yo no estaba, yo no asistí a la votación
, por mucho, que desde hace mucho tiempo es conocido, el lucrativo negocio de los moches y el cobro por votar en tal o cual sentido.
Las rebanadas del pastel
Entonces, ¿queda claro el interés de la famiglia en dinamitar el proceso judicial en contra de Lozoya?