Cada quien su miedo
res sicoterapeutas –M, N y L– se reúnen en casa de una de ellas a conversar sin tapabocas, sabedoras de que toda verdad es un diálogo y que la distancia más sana es la que se debe tomar con relación al bombardeo cotidiano de noticias, locutores, opinólogos y gente tóxica, convertidos por arte de magia en especialistas en pandemias y en virus, ah, y en estadísticas más o menos dudosas, urgidas de incrementar las víctimas del virus aunque hayan muerto de cáncer.
El miedo está provocando más enfermedades sicosomáticas que el Covid
, observa M, y agrega: Hay quien sostiene que esta pandemia es un plan para contrarrestar un despertar de conciencia individual y colectiva, ¿cómo?, con miedo, que es ausencia de luz y sobre todo de amor. Cuando sabes experimentar amor por ti mismo y por los demás, no das cabida al miedo gracias a una serena confianza en lo que eres, en tu autoestima y en lo que puedes ser, en lo esencial y en tu grandeza, no en tus limitaciones. Si el miedo te rebasa ya no reconoces esa dimensión y ese potencial
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Entonces N añade: El miedo es no sólo innato, sino también adquirido. Muchos desde pequeños aprendemos a temer a los reptiles, otros, a capturarlos sin problema. De adultos le perdemos el miedo a los estímulos amenazantes por televisión, no obstante que provocan severos desajustes emocionales que debilitan nuestro sistema inmunitario. Por eso se nos ordena cubrir la boca, para respirar y expresarnos menos, para temer más y reducir un sentido de vida, pero temer es no saber enfrentar. La realidad es que no hay en el mundo una información confiable, libre de sospecha de estar al servicio de intereses económicos o políticos. Mientras diseñan una vacuna, ¿a qué precio, en cuánto tiempo y con qué efectos?, cada quien podemos prevenirnos de amenazas contra la salud con hábitos de vida más sensatos y menos dañinos
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“Las toxinas no están únicamente en virus y bacterias –interviene L–, sino en lo que se nos impone ver y oír cada día en los medios, así como en esa gente obtusa que sólo sabe quejarse, sin valorar lo que tiene, sino inventando en su mente crisis y amenazas, en un exhibicionismo desgastante. Si trabajo internamente y confío en que no moriré la víspera y menos de Covid o atropellada, puedo vivir mi vida con menos angustia y aceptar que mi muerte también es impredecible y poco lógica. Es una cuestión de actitud y de autocontrol, más que de información”.