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Los cuatro retos del nuevo gobierno según José Agustín Ortiz Pinchetti
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urante los muchos mítines de la candidatura de López Obrador destacó la alta figura de José Agustín Ortiz Pinchetti, cuyos artículos se publican en La Jornada. Supe que llevaba más de 30 años de maestro en la Ibero, que era licenciado en derecho y autor de La democracia que viene y AMLO: con los pies en la tierra. Nacido en 1937, lo vi de nuevo en la tarde del 29 de octubre de 2019, cuando le otorgaron la presea Mariano Azuela los abogados de la democrática Asociación de Profesionales por la Democracia y el Desarrollo.

A mi pregunta sobre las buenas o malas medidas del primer año de gobierno de AMLO, Ortiz Pinchetti responde:

–Las determinaciones del nuevo gobierno pueden afectar, de forma positiva o negativa, el desarrollo de lo cotidiano. Por ejemplo, las primeras maniobras del gobierno para acabar con la corrupción en Pemex están dejando al descubierto que cientos o miles de mexicanos tenían como actividad productiva el robo y la venta de combustible. Toda esta gente dejará de percibir ingresos. Por otra parte, la implementación de programas sociales puede alterar la vida diaria de muchas personas. Los adultos mayores, los discapacitados, los estudiantes, los jóvenes y los pequeños comerciantes o productores recibirán pensiones, becas, préstamos y apoyos económicos. Si son muy pobres, estos ingresos afectarán para bien su nivel de vida.

La pavimentación de caminos en las zonas rurales de Oaxaca, la construcción del Tren Maya y de las vías del istmo de Tehuantepec pueden producir cambios más significativos en la vida diaria de la población que toda la retórica política y las opiniones de expertos y críticos. Un gobierno eficaz debe producir mejorías en la vida cotidiana y con esa vara habrá que medirlo.

–¿La oposición?

–El gobierno de AMLO tiene una oposición feroz financiada en alguna medida por los grupos de interés que apoyaron al viejo régimen. La suerte de este ensayo de modernización de su gobierno está sujeta a duras pruebas. La primera es lograr salir del estancamiento económico y de la ruina de la administración pública, herencia de sus antecesores.

“La segunda consiste en una inesperada epidemia medieval con dos vertientes. Por lo que toca a la sanidad, pareciera que está encontrando una salida, pero no es seguro que los efectos de la plaga en la economía puedan ser superados.

“El tercer reto es político. Demostrar en 2021 que no intervendrá ilegalmente en el proceso electoral y que las elecciones de mitad de término serán libres y justas las gane quien las gane.

El cuarto reto, el mayor de todos, será reducir, aunque sea modestamente, pero sin dejar dudas, la desigualdad y la pobreza. Hoy la mitad de la población está en condición precaria. No podría esperarse que alcanzáramos una igualdad semejante a los países que han sido nuestro modelo, pero al menos que por primera vez no pueda dudarse que hemos empezado a recorrer el camino.

–¿Seguimos en lo de la modernización de México, Agustín?

–Sí, en México optamos por la democracia, pero también por la justicia, porque no podemos dejar que las fuerzas del mercado determinen ciegamente la asignación de los recursos… Nuestra nación entonces era piramidal, y aún lo es, dividida en estratos muy disímiles. Entonces se impulsó la justicia; es decir, algunas formas concretas de redistribución de los ingresos entre otras, una importantisísima, el reparto agrario, que fue la gran medida de redistribución del ingreso.

–En realidad los neoliberales resultaron porfiristas…

–Tenían, como en la época de don Porfirio, la idea de la dictadura perfecta, y en lugar de crear una economía moderna que implicara el reparto de la riqueza a partir de 1982 aceleraron las tendencias concentratorias.

–¿Si no repartes no creces?

–No hemos tenido hasta la fecha un crecimiento económico real, mucho menos un reparto más justo de la riqueza, por eso la necesidad de un proyecto alternativo que no sea el regreso a la época de Echeverría, sino algo nuevo, un proyecto social-demócrata con una inspiración en la historia de México, en Morelos, en los liberales en Lázaro Cárdenas, pero ya adaptada totalmente a nuestra época. Es así como veo el proyecto alternativo de Andrés Manuel López Obrador.

“Salinas empezó a gobernar antes de ser presidente porque se enseñoreó como la figura capital en el sexenio de De la Madrid, quien le tuvo enorme confianza y permitió que su filosofía y sus gentes empezaran a gobernar México antes de que De la Madrid dejara de ser presidente.

La filosofía de Salinas era, básicamente, prolongar su poder en toda una generación. Él toma el neoliberalismo como la doctrina económica que está en boga para congraciarse con Estados Unidos. Los neoliberales auténticos, los de la Escuela de Chicago, los de la Escuela de Viena, cristalizan sus proyectos en los gobiernos de Reagan, de Bush y la señora Thatcher, en Inglaterra. Se autollamaron neoliberales porque propugnaban por volver a los paradigmas del liberalismo clásico, dejar atrás el Estado benefactor de los años 30, 40 y 50 en Europa, y abrir las economías a todo el mundo, cerrar pactos, convenios entre las naciones para la libre circulación de los bienes, de los servicios y, por supuesto, de los flujos económicos...

–¿Hacia qué tipo de país nos encaminamos ahora?

–Ya no hay la alternativa que algunos pensaban allá por los años 60, 70, de una nación socialista, con economía central; eso ya no existe. Podemos aspirar a una economía de mercado, no una economía en que se minimice al mercado, sino que el mercado cumpla una función reguladora y que establezca las directrices e impida los extremos de explotación que estamos viviendo. Pero también una democracia; es decir, el viejo sueño de los liberales actualizado. Desarrollo económico justo y democracia; creo que puede prosperar la democracia por la lentitud con la que ha sido gestada.

Ortiz Pinchetti recuerda el viejo sistema casi monárquico en el que vivimos hasta hace dos años. A la oposición se le daban curules y otros puestos para tenerla tranquila y para debilitarla. Esa clase política corrupta, envejecida y deteriorada ha quedado fuera. Hay una nueva clase política en los jóvenes que quieren participar con sangre nueva. Don Daniel Cosío Villegas escribe un ensayo La crisis de México, que muchos consideramos el acta de defunción de la Revolución.