Comenzó temporada ayer en formato semiescenificado
// Al ingreso, toma de temperatura y limpieza de zapatos y manos a los espectadores
Jueves 2 de julio de 2020, p. 4
Madrid. El mundo de la ópera mira al Teatro Real de Madrid, donde se llevó a cabo anoche la primera función después del confinamiento global por la pandemia de Covid-19. No habrá abrazos, besos ni acercamientos efusivos durante la función, ni siquiera entre Violeta y Alfredo, la pareja de enamorados de La traviata, de Giuseppe Verdi, la obra elegida para volver a subir el telón. Pero todo fue diferente, desde la llegada y las largas filas para limpiarse los zapatos, lavarse las manos y la toma de temperatura corporal a todos los espectadores. Es el arte en tiempo de pandemia.
Cuando el mundo cambió con la irrupción del virus en nuestras vidas, en el Teatro Real de Madrid decidieron buscar fórmulas para no cancelar el programa anual y mantener viva la ópera en directo. Las primeras semanas se centraron en fortalecer la difusión de sus grandes producciones en las redes sociales y las plataformas de videos musicales, con rotundo éxito.
Pero para volver a levantar el telón había más dudas que certezas, además de las prohibiciones suspendidas hace sólo unas semanas de la legislación española adoptada para combatir la pandemia. Así que en el Teatro Real decidieron crear un comité
consultivo integrado por médicos, virólogos y expertos en seguridad para buscar un método que permitiera reabrir las puertas.
Y así se hizo ayer, pero con notables diferencias, sobre todo en el número de espectadores: si el Teatro Real tiene capacidad para 2 mil 300 personas, en las funciones de ahora –al menos hasta que se dé una nueva orden– permitirá la entrada de menos de 900, con el propósito de mantener la distancia de seguridad entre los espectadores.
Sin duda los cambios más notables son la propia ejecución de la obra. Los cantantes no se tocaron en ningún momento y mantuvieron la distancia de seguridad, para lo que se instaló un sistema de cuadros de dos por dos metros en los que se situaron tanto los intérpretes como los miembros del coro y los 16 músicos que tocan en el escenario. Además, la orquesta se colocó en un foso mucho más amplio que el habitual, también para mantener la distancia de seguridad. La definición del propio Teatro Real fue que se trataba de una ópera semiescenificada
.
La traviata cuenta además la historia de Alfredo y Violetta en una época en que Europa sufría una de las peores pestes de tuberculosis. De hecho, la protagonista muere de esa enfermedad, con lo que la obra se vincula aún más con la situación que vivimos a raíz del Covid-19.
Y el espectador percibió esta nueva normalidad desde su entrada al teatro, pues tuvo que hacer una larga fila para pasar por un detector de temperatura que al mismo tiempo le desinfectaba los zapatos. Y, obviamente, con cubrebocas obligatorio –que no se pudo quitar durante la función– y el previo lavado de manos con gel hidroalcohólico.
Durante el receso, de un tiempo también poco habitual de 40 minutos, cada espectador tuvo asignada su zona de aseo. Además, se colocaron señales para indicarles por dónde moverse, las zonas delimitadas y las recomendaciones de seguridad que en el libreto se explicaron en más de dos páginas. Es la ópera en tiempos de pandemia.