Miércoles 1º de julio de 2020, p. 3
Estar conectado a un ventilador es como respirar por medio de un popote. Es incómodo y doloroso. Por eso y por las secuelas que deja en los pacientes, los médicos utilizan esta herramienta sólo en los casos de falla respiratoria grave, cuando está en riesgo la vida de las personas.
En el Hospital General de México (HGM), los especialistas aprenden cada día de la enfermedad Covid-19 y ponen a prueba sus conocimientos. Así fue con una adolescente de 17 años que llegó con las condiciones clínicas para ser intubada, pero evitamos hacerlo. Le dimos un manejo distinto y esperamos que ella respondiera
, comenta el doctor Ignacio Chávez, jefe de Terapia Intensiva del nosocomio.
Esa chica ya había perdido a su papá y una tía por Covid-19. Los médicos valoraron que ella podría superar la crisis por su edad y por no tener tenía ninguna enfermedad prexistente. De intubarla, aumentaría el riesgo de contraer alguna infección adicional. Después de dos semanas superó la infección y se fue a su casa.
En el otro extremo, un señor de 84 años estuvo internado un mes y también se recuperó. Hace poco el médico recibió una carta y un dulce como muestra de agradecimiento.
Tener tantos enfermos es como estar en la oscuridad, pero cuando nos llaman los que han salido es un aliento, ayuda a que se nos quite el cansancio y sigamos adelante
, dice el especialista, a quien le tocó en los días más duros de la pandemia, el ingreso a terapia intensiva de tres o cuatro personas al mismo tiempo, atenderlas sin descuidar al resto de los pacientes graves.
Para el jefe de Cirugía General del HGM, Óscar Chapa, el primer desafío fue tener lista la reconversión hospitalaria. Le tocó acondicionar la nueva torre quirúrgica con camas y ventiladores para los casos críticos de Covid-19.
El nosocomio cuenta con 70 espacios de este tipo y más de 220 camas generales, las cuales han mantenido un nivel de ocupación de 85 por ciento. En los días recientes bajó a entre 70 y 75 por ciento, indicó el cirujano, quien a pesar de no ser especialista en medicina crítica se quedó con su equipo a atender a los enfermos de Covid-19.
No imaginábamos la magnitud de lo que vendría. Empezaron a llegar los pacientes y en una semana ya teníamos 200 hospitalizados. Le siguieron las muertes, hasta ocho en un día. Nunca había visto algo así.
Así, cada día una nueva situación, como cuando le informaron que las altas voluntarias, que se dan cuando la familia quiere llevarse a su enfermo a otro hospital, en la pandemia están prohibidas. Los médicos sólo pueden autorizar el alta si tienen la garantía de que el paciente va directo a otro hospital. Esto es para evitar el riesgo de contagio del virus.
Durante los tres meses que lleva la pandemia, a los doctores les han tocado días muy complicados por la carga de trabajo y por ver a sus pacientes solos. A fin de remediar un poco ese aspecto, introdujeron las videollamadas. Es muy emotivo que las familias se puedan encontrar de esa manera, pero también muy duro, porque algunas de esas llamadas fueron las últimas
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