Los escudos de varios equipos del futbol mexicano se volvieron multicolores a propósito de la semana del orgullo LGBT. América, por segundo año consecutivo, así como Pumas y Pachuca, se sumaron a una campaña a favor de la inclusión y el rechazo a la discriminación.

Esta postura, en el caso de América apoyada por la firma Nike, incluyó un mensaje en el que se habló de respeto y amor valiente como parte de la identidad de la institución, lo cual para el sociólogo Carlos López López es positivo para una sociedad que busca consolidar la equidad en todos los órdenes.

Es una buena señal que empresas e instituciones se apropien del discurso de inclusión y rechazo a la discriminación a la comunidad LGBT, considera Carlos López, también subdirector de Igualdad y Diversidad en la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Ciudad de México.

Es un buen síntoma social –considera el sociólogo– que las empresas e instituciones incluyan como parte de su identidad comercial el respeto a la diferencia; un discurso que proviene de las luchas históricas de colectivos desde hace varias décadas y que cobraron mayor visibilidad hace 42 años con la primera marcha LGBT.

Es un estupendo mensaje y deja claro también que hace falta tomar acciones de más hondo calado, agrega López López; aún falta sensibilizar en distintas capas sociales, en los diferentes escenarios, como los estadios, y en los diversos niveles que involucran estos deportes.

Como un contraste a la iniciativa de estos clubes, resalta la resistencia de muchos aficionados que insultan de forma homófoba a los porteros durante los despejes y las respuestas de odio en redes sociales de seguidores de estos equipos por utilizar los multicolores sobre los escudos.

La discriminación está presente en los comportamientos de nuestra sociedad y se manifiestan en ese ágora masivo y anónimo que son los estadios, explica; la vivimos en la vía pública, la escuela y los trabajos, pero entonces todas esas reacciones hacen visibles los terrenos en los que es necesario actuar.

López López apela a luchas históricas que terminan por instalar en los imaginarios lo inaceptable de ciertos comportamientos y la necesidad de instaurar el respeto como norma.

Cuando alguien se suma a una causa de una minoría o grupo diverso, no es beneficio sólo de este grupo, sino de toda la sociedad, concluye.