Opinión
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Nuestra Guerra de la Pulga
E

n búsqueda de entender algo, por años he pensado en cuál sería la alineación conceptual del drama semibélico que sufre nuestra nación, que parece empeorar cada día. Esa alineación que no es de nombre, desearía encontrar raíces, fines, medios, alianzas de la parte disruptora y paralelamente estudiar las medidas que los países afectados han adoptado y, finalmente, cuál fue su final.

La lucha entre libertadores contra autoridades espurias, o delincuentes contra autoridades legales, se pierde en la historia y tiene plena actualidad. Han prevalecido unos y otros, permanente o transitoriamente, hay de todo. La violencia y el delito han acompañado a la humanidad, pero lo que pasa en México no parece tener antecedente comparable.

No es semejante a la Batalla de Argel que dobló nada menos que a Francia ni al Viet Cong que sometió a Estados Unidos No se parece al FLN colombiano que es vigente después de 60 años ni siquiera agregado por los dos grandes cárteles de Medellín y Cali o a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, clasificada como terrorista y también beligerante por seis décadas.

La única relativa semejanza es con las numerosas mafias italianas, allá llamadas famiglias, que por más de un siglo de asolar a Italia siguen vigentes en un extraño modus vivendi entre ellas, con la sociedad misma y con decenas de gobiernos nacionales, que en conjunto y de manera sorprendente crean la apreciación de una Italia en paz.

No se puede dejar de citar a la red o redes criminales de Estados Unidos que con extrañas relaciones entre ellas y con agencias de gobierno subsisten internamente y son el mayor proveedor de droga a su pueblo y de armas y dólares al mundo. Seguramente estudiosos de criminología tienen otros datos.

La única aproximación a entender el fenómeno mexicano es identificarlo con la Guerra de la Pulga, título burlesco en busca de un entendimiento. El término no es nuevo, se ha usado para explicar las tácticas puestas en práctica para el acoso constante y ataques mortíferos a rivales y gobiernos, que en nuestro caso sería entre cárteles o bandas y de éstas contra la autoridad.

La forma de vencerlas está ampliamente prescrita por teóricos que apuntan con simpleza a la superioridad oficial. Ser más y mejores en profesionalismo policial, coordinación, inteligencia, tecnología, armamento y equipo y en efectivos. Si fuera de otro modo, la pulga vencerá.

Nuestros frescos casos, que son derrotas oficiales, como Bavispe, Culiacán, Guanajuato, Caborca, Guerrero, Oaxaca y más, nos alertan sobre algo: en todos ellos la anticipación de los hechos, su evitación, estuvo ausente. Siendo algunos de los asaltos masivos y ruidosos nadie los vio venir. Fueron derrotas técnicas para el gobierno, entonces algo debería ser revisado y uno de los hallazgos sería la inmediatez con que se concibe y ejecuta el esfuerzo oficial.

Decisión o no, la reacción policial o militar es lo que se advierte y para más, la autoridad hace orgullo de ella. Es indispensable invertir la situación. Los sabios recomendarían reforzar el tema de intercepción de flujos de dinero ilegal. La Unidad de Inteligencia Financiera en su creación fue una imposición extranjera para servir a sus intereses y de poco sirvió a México.

El gobierno de AMLO la regeneró espectacularmente, pero parece que, ante la magnitud del reto, por hoy llegó a sus límites. Con afán de superación, todo esfuerzo de renovación rendirá frutos estupendos mientras nos decidimos a ver las cosas de un modo panorámico.

Hace 30 años que la realidad fue más allá de lo previsto. En un tiempo se oficializó que tres principios fundamentales eran: 1. Pre-servar la salud de los mexicanos. 2. Salvaguardar la seguridad de la nación. 3. Fortalecer la solidaridad con la comunidad internacional. Los hechos innegables exhiben que esas prioridades están trastocadas.

La salud del mexicano como efecto de las drogas está olvidada; la seguridad está en su peor momento y la solidaridad internacional está reducida a los empujes de Estados Unidos, de los que hay que esperar pronto un golpe maestro por la vía diplomática, comercial o de fuerza. Todo para el bien de Trump.

Nuestra Guerra de la Pulga seguirá presente como toda plaga. Ningún país la ha domado. Varios han encontrado la forma de convivir, quizá Chile, Canadá, Francia, tal vez Holanda. Este gobierno, el que sigue o el otro revisarán el drama a fondo. Gran enigma para nuestro país: ¿Qué debe hacer?, ¿cómo? Mientras, la nación llora.