Una alternativa en la pandemia
unque sea una obviedad, habrá que decir que económica y anímicamente los músicos están entre los más afectados por la epidemia; y entre ellos, ni hablar, los jazzistas se han llevado dos o tres zapes extra. Y no porque nadar a contracorriente sea una absurda costumbre en el andar del jazz nacional, pues la ausencia de conciertos y de chamba en general no deja de tener fuertes consecuencias en el ser y en el estar de la banda.
En algún momento, el recurso del streaming pareciera servir de atenuante, con los conciertos y las presentaciones en línea multiplicándose aquí y allá; no obstante, siempre hará falta la retroalimentación directa entre músicos y públicos, el aplauso festivo después de un buen solo, la ovación retumbante ante un magistral despliegue de creatividad o bien esa silente e intensísima vibración de la audiencia que suele subir al escenario para envolver a los músicos y arrancarles el ánima y multiplicarles el ánimo… el streaming es una buena alternativa en estos tiempos de insana distancia.
Entre las diferentes propuestas en línea, la de Pitayo Music aparecen con fuerza desde hace varias semanas, y Juan Pablo Aispuro, director del proyecto, no deja de trabajar un instante para afianzar la oferta. Después de terminar sus estudios de composición, producción y contrabajo en París, Juan Pablo regresa a México y construye La Casa del Árbol, estudio de grabación que se afianzó en poco tiempo para convertirse después en Pitayo Music, empresa disquera especializada en jazz, y ahora, en productora de conciertos.
Hasta el momento, Pitayo ha lanzado cuatro conciertos desde las nubes, alcanzando ya la venta de más de 100 boletos por presentación. Por ahí han pasado Alex Mercado, Flora Pasquet, Juanjo Gómez, Roberto Verástegui, y para este 25 de junio, a partir de las 8 de la noche, se anuncia un concierto de contrabajo y sax con Luri Molina y Diego Maroto.
“Los conciertos iban a ser en vivo en una terraza –nos cuenta Juan Pablo–, pero cuando iba a ser el primero, empezó lo del coronavirus y se terminó. Pero ahí está la necesidad de acercar los artistas a la gente.”
–¿Inicias con Álex Mercado?
–Sí. Alex me habló y me propuso hacer un concierto en línea. Yo ya estaba pensando en los de la realidad virtual y de inmediato le dije a Alex que sí. Me puse a armar toda una plataforma en mi página de Internet, hicimos el primer concierto y se vendieron 45 boletos. A Alex le fue bien y a mí también.
“Vi que la fórmula podía funcionar. Creo que la gente va a pagar… siguen pagando sus uber eats de 500 pesos y es a lo que le quiero apostar. Pero tampoco iba a hablarles a los músicos para que vengan, se arriesguen sin saber cuánto dinero voy a tener para ellos. Entonces me acerqué a gente que sabe tejer entre redes, a El Zorro Supper Club, unos estadunidenses que viven en la Ciudad de México y que por simple amor al arte dedican parte de su tiempo a este proyecto, a armar un esquema que funcione.
Con ellos logré asegurar el costo de mi producción y el pago a mis artistas. Es así como pude decirles a los músicos que hay mínimo mil 500 para cada quien. La tirada es no solamente ofrecer el concierto, sino ofrecer una paga justa a los artistas. No creo que porque sea en línea tenga que valer menos.
–¿Dónde se compran los boletos?
–Todo en pitayomusic.com. Ahí está la cartelera, ahí reservas tu boleto y consigues un link que llega a tu correo para ver la transmisión.
–Armaste además un fondo especial. ¿De qué se trata?
–Es una recuperación para la comunidad más cercana de Pitayo Music, para los músicos que vienen mucho a grabar, como Aarón Cruz, Gabriel Puentes, Benjamín García, Iraida Noriega… somos 22 músicos en total en este pequeño fondo. Se puede donar directo al fondo desde la página de Internet, pero en cada concierto, 50 por ciento de las ganancias se dirige a ese fondo, y al término de cada mes les digo a todos: Ahora se juntó tanto. Si lo dividimos nos toca tanto a cada quien; el que lo quiera retirar lo puede retirar, el que lo quiera dejar lo puede dejar. Podemos hacer esta otra iniciativa con este dinero que se guardó.
Es un fondo para emergencias y para mantener la producción de esta pequeña comunidad que se está armando. Es como una pequeña caja de ahorros para todos.