La mortalidad por Covid-19 en las personas mayores de 80 años es cinco veces superior a la del resto de la población. Además, 66 por ciento de quienes rebasan los 70 años presentan enfermedades subyacentes, lo que les significa mayores riesgos ante el coronavirus. Estos datos expuestos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dan la evidencia de cómo la mayoría de los adultos mayores vive esta pandemia en un escenario adverso en aspectos como la salud, el social, sicológico y económico.

Expertos en estudios sobre envejecimiento advirtieron del recrudecimiento de la violencia, malos tratos, discriminación y en general violación de los derechos humanos, tanto por acción como por la falta de políticas adecuadas de los gobiernos y otras actitudes que no pocas veces surgen en el propio núcleo familiar y la sociedad en general.

Pionero, y uno de los mayores especialistas en temas de longevidad, Alexandre Kalache planteó que detrás del abuso a este grupo poblacional está siempre la discriminación que la sociedad acepta y que es prevaleciente.

Y aún más en el contexto de la pandemia porque aflora aquello que estaba un poco escondido y ha salido en el marco del aislamiento, el confinamiento, y donde muchos padecen situaciones de abuso y maltrato y que frecuentemente no denuncian porque no pueden llamar por teléfono, pues los causantes son en general miembros de su propia familia, agregó el médico brasileño.

Sin embargo, añadió, para las personas mayores –según muchos testimonios– el maltrato más pernicioso proviene de las instituciones públicas. Y es diverso, prevalente. Está en todas partes e incorporado incluso en políticas de Estado y de gobierno. Es también la negación a las decisiones individuales, de su estatus como ciudadanos, la falta de respeto...

Seminario en la UNAM

Convocados por la doctora Verónica Montes de Oca, coordinadora del seminario interdisciplinario sobre envejecimiento y vejez de la UNAM, a propósito del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, Tania Mora, abogada chilena especialista en derechos humanos, alertó a su vez sobre el efecto devastador de la pandemia por Covid-19 en las personas de mayor edad en todo el orbe.

Frente a las cifras existentes, puede decirse que el coronavirus se está transformando en un asesino en serie de las personas mayores y de manera destacada para quienes viven en las llamadas residencias de larga estadía (asilos, como se les conoce en México).

Como el resto de sus colegas, pidió desterrar toda política discriminatoria y de violación a los derechos humanos, como lo es marginarlos de los tratamientos e insumos médicos para el tratamiento al contagio por Covid-19.

Adriana Rovira, de la Universidad Nacional de Uruguay, ubicó por su parte tres lógicas políticas que la pandemia ha instalado con relación a las personas mayores: estigmatización y recorte de derechos (al instalarlas en la obediencia y el aislamiento, por ejemplo); la lucha por los recursos para proteger su vida (frente a la distinción que se intenta en algunos países para privilegiar ciertas edades en la atención a pacientes de coronavirus) y la tendencia a dar una visión totalizadora y homogénea de la vejez, lo que impide ver la diversidad de situaciones que enfrentan los adultos mayores.

Entonces, si tenemos personas cuyo derecho a la vida no es reconocido de manera legítima e igual, y a la vez tenemos una distribución diferenciada de los recursos, como si unas vidas valieran más que otras, esto conforma un universo muy complejo para los adultos mayores.

Diversos abusos

Finalmente, Rosa Korenfeld, hasta hace poco experta independiente de la ONU en temas de envejecimiento, indicó que las formas más frecuentes de abuso durante o después de una crisis humanitaria son el financiero, el abandono, el maltrato sistémico y a menudo el despojo de sus pertenencias.

Es urgente, entonces, adoptar un enfoque holístico de los derechos humanos de las personas mayores que garantice la igualdad de todas esas garantías, incluida la atención a su salud, demandó.