Dos o tres veces a la semana, Juan Ordoñez se traslada en su silla de ruedas desde una colonia cercana al aeropuerto hasta la Roma por una torta, un jugo y con la despensa para complementar sus alimentos.

No es el único. Como él decenas de personas que han perdido su fuente de ingresos por la emergencia sanitaria llegan a diario desde distintos lugares a una vieja casa en Puebla 61, que desde hace tres meses es un centro de acopio para apoyar a grupos vulnerables

La vianda varía según las donaciones disponibles. Se entrega a la una de la tarde, pero hay quienes comienzan a formarse a las nueve de la mañana para alcanzar algo.

La iniciativa surgió de integrantes del club de motociclistas Windows, que hacen esa labor para los más necesitados a la que se han sumando amigos, vecinos y la gente que se entera por redes sociales. “Vienen y nos traen donaciones, otros nos apoyan a armar los lunchs y las despensas”, expresó el presidente del grupo, Wilheim Neiszer.

Como Juan, otros que han perdido su empleo recurren a este sitio para sobrevivir a pesar de la distancia. Nadie quiere vivir de la caridad por gusto, todos los que venimos aquí es porque tenemos una necesidad muy grande, expresó Mario, quien trabajaba en el Centro.

En la esquina de Jalapa y Guanajuato se observa otro ir y venir. El dueño de la peluquería Famous Hair Design en lugar de cerrar sus puertas decidió dejarlas abiertas y convocar a la donación de productos de la canasta básica no perecederos o de higiene personal para las personas más necesitadas.

En días recientes las donaciones han escaseado, pero no así el peregrinar de quienes buscan una ayuda. Desde Tepito, llegó Yésica Salazar con sus dos hijos, uno de cinco y otro de año y medio. No tengo ni para hacer una sopa, confesó, tras recibir medio kilo de tortillas, pues no había otro alimento.