a semana pasada un grupo de 30 distinguidas senadoras y senadores hicimos un pronunciamiento público en relación con la necesidad de que es el tiempo de actuar y profundizar en la transformación económica, política y social de México. Precisamente porque estamos viviendo una de las peores crisis de la historia y ello ocurre en esta generación, derivada de un sistema de abusos y explotación de la naturaleza y de la humanidad, que no habíamos experimentado nunca.
La pandemia, hasta ahora ha provocado miles de enfermos y personas fallecidas, pero también ha demostrado la debilidad y la falta de preparación de los países en sus sistemas públicos de salud, hospitales precarios, carencia de médicos y de medicinas y equipos para diagnosticar y tratar a los pacientes, situación que se agudiza si recorremos la mirada a las instituciones y prácticas privadas de la salud. La ambición y la avaricia de muchos grupos y empresas dedicadas a hacer negocios más que atender las enfermedades, junto con los malos hábitos y costumbres de alimentación y otros padecimientos crónicos, han disparado los contagios y puesto a miles de millones de personas en la antesala de la muerte.
Como consecuencia de esta terrible situación, sumamos una crisis económica y social de grandes consecuencias. Como lo hemos señalado en el Senado, en todo el planeta han crecido enormemente las estadísticas del desempleo y la pobreza, así como de la desigualdad social. Por ello es tiempo de redefinir las prioridades de las políticas públicas, para ubicar en primer lugar a los más pobres o a quienes más lo necesitan, a los sectores más abandonados y marginados del país, que no tienen los recursos para hacer frente a las cada vez más urgentes necesidades de la población, que se agudizan con la crisis sanitaria.
En este grupo de senadoras y senadores lo establecimos muy claro, que el gobierno de México, tal como así lo ha definido nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, no puede ni debe endeudar más al pueblo mediante sistemas depredadores como el Fobaproa, para rescatar empresas y bancos privados y convertir sus pasivos particulares en deuda pública. Lo que necesitamos es una diferente política económica y un nuevo modelo de prosperidad compartida, que por medio de estrategias fiscales que eviten la evasión y se ajusten a los tiempos modernos que estamos enfrentando, así como de un crecimiento en la inversión nacional, pública y privada, podamos generar más empleos y salarios justos. Con ello se fortalecerá la estructura productiva interna, por medio de un mayor poder adquisitivo que estimule el consumo y por tanto la demanda y la producción consecuentes.
En el contexto de la crisis, como lo declaramos las senadoras y senadores, debemos gradualmente ir cambiando nuestros hábitos y prácticas obsoletas, y prepararnos para los nuevos tiempos, y por esa vía introducir de manera más clara la libertad, la democracia y la tolerancia para proteger la igualdad y los derechos civiles y humanos de los ciudadanos. La lucha contra la corrupción debe mantenerse y hacer prevalecer el interés y la soberanía de México frente a las presiones o grupos empresariales nacionales e internacionales.
Hoy es un momento clave para hacer valer la política de cambio del gobierno de México emplazada, impulsada y sostenida por el presidente Andrés Manuel López Obrador. También para refrendar el compromiso y la solidaridad de los mexicanos para apoyar la transformación de nuestro país. Senadoras y senadores lo establecimos muy claro: es tiempo de avanzar y profundizar en la nueva política económica, para revertir las prioridades que antes se fijaban para obtener una insaciable acumulación de utilidades en muy pocas manos, en detrimento de los grandes intereses nacionales. Establecer en el centro de las acciones a la gente, para reivindicar la vida del planeta como un bien común y para construir un mundo con mayor felicidad para los seres humanos.
México no puede regresar ni a las políticas ni a las prácticas de gobiernos anteriores que nos dejaron en una situación de desastre y frustración para una gran mayoría de los mexicanos. No debemos olvidar que hoy más de la mitad de la población vive en la pobreza, con una gran inseguridad, desigualdad social y marginación, heredados de los seis gobiernos anteriores. Que la nación mexicana no puede regresar a esos vicios y graves problemas de corrupción que estuvieron a punto de llevar al país a una crisis social y política de consecuencias impredecibles.
Por ello, este grupo de 30 senadoras y senadores de Morena hicimos un llamado a la base militante, a la clase trabajadora, a la opinión pública nacional, así como a los intelectuales, académicos y personas de ideas avanzadas y con visión o dimensión social, para defender el camino de la transformación de México, combatir la desinformación y la mala fe de políticos, periodistas y empresarios de extrema derecha, o embozados en engañosas posturas equívocas, quienes quisieran regresar a los viejos tiempos de la cínica corrupción, del abuso de autoridad, de los intelectuales y asesores orgánicos del neoliberalismo, del tráfico de influencias y el uso de la información privilegiada para hacer asociaciones y negocios lucrativos.
México es y debe ser primero, por el bien de las futuras generaciones. Necesitamos crear una nueva conciencia social, responsable, moderna y justa para beneficio de los mexicanos.