onforme Estados Unidos (EU) se debilita, tensión y riesgo planetarios aumentan. Ese proceso de progresivo declive ha impulsado una repulsa creciente contra China no sólo de EU, sino de diversos países de Occidente. El disparador fue la eficacia comparada de China en la gestión de la pandemia. La aparente unanimidad occidental de esa acometida no oculta el conflicto también creciente de EU con el viejo continente. Esas viejas naciones, no; mejor Five Eyes, avisa Trump. Five Eyes es la alianza creada en la inmediata posguerra por EU, con Canadá, Inglaterra, Australia y Nueva Zelanda para espiar a la URSS.
Por mucho tiempo EU ejerció una hegemonía planetaria con sus dos componentes: poder represivo y disuasivo, y consenso: la mayor fuerza militar y el american way of life que fue admirado ejemplo para las aspiraciones de innumerables pueblos: la tecnología, el confort, el sueño vacuo de la abundancia en expansión ilimitada. EU hace lustros comenzó a perder el consenso: el american way fue cada vez más rechazado. Hoy le queda su fuerza militar. Ya ha abandonado todo intento de ser líder mundial de cualquier causa global de futuro; nunca lo había mostrado con tanta amplitud como en la dura gestión de la pandemia.
Mermadas sus capacidades de operación en el mundo, se vuelve sobre sí mismo. Pero ahí dentro hay un arreglo institucional estatal cada vez más claramente inservible. El peso de ese desarreglo es mayor que el hecho de que al volante vaya un narcisista primitivo. No es extraño, las miradas sombrías sobre el presente y el futuro de EU se multiplican. La semana pasada el Nobel Paul Krugman escribía su pesar: “Éstos son tiempos de dolor para aquéllos de nosotros que amamos a EU y su promesa…, cada día trae otro indicador de nuestro declive: la nación que puede hacerlo se ha convertido en una tierra que no puede hacer frente a una pandemia, el líder del mundo libre se ha convertido en un destructor de las instituciones internacionales…; ahora estamos en un momento de crisis, cuando todas las cosas buenas que EU representa están en peligro por el venenoso legado de nuestro pecado original [el racismo]. ¿Lo lograremos? Honestamente, no estoy seguro de que lo hagamos”.
Krugman pone el acento en Trump como el problema (es difícil imaginar a alguien menos adecuado para el trabajo, intelectual y moralmente
). El acento debiera ponerse en la erosión del pacto social, en sus fundamentos políticos y sociales constitutivos.
Con o sin Trump, el cambio del rol de EU en el espacio internacional más un futuro de polarización y confrontación interna, constituyen causa suficiente para alterar todas las relaciones políticas y económicas del planeta; y súmese, además, que EU no va solo: concurren las intervenciones económicas y geopolíticas de las demás potencias.
El matemático y primer ministro de Singapur (desde 2004), Lee Hsien Loong, escribe en Foreing Affairs: Dentro de este decenio, las economías asiáticas serán más grandes que el resto de las economías del mundo juntas
pero, expresa a la defensiva, un siglo asiático no es inevitable ni está predestinado
.Sí, las fuerzas dominantes hoy empujan hacia un nacionalismo de derecha y a un mundo dividido en regiones, con la primacía política internacional de EU basada en su poder militar.
Falta saber también –entre otras cosas– cómo serán los cambios que casi forzosamente experimentará el inmenso lastre improductivo representado por el sistema financiero internacional. Será una dura lucha. El papel del dólar enfrentará cambios y límites inevitables; no deben continuar las ventajas inenarrables para el imperio, en desmedro de los demás; el sector financiero no debe continuar encima de los sectores productivos. La banca central, en todas partes, es autónoma de los gobiernos, pero no autónoma de los banqueros privados, sino sometida a sus dictados e intereses fraudulentos. La reforma profunda del mundo financiero y del bursátil es una necesidad inaplazable. Los países periféricos tienen que estar en esa pelea.
La reconversión del mundo al gusto de los multimillonarios sin patria no es inevitable ni está predestinada. Falta saber cómo serán las acciones de resistencia y lucha política de los países de la periferia y, especialmente, de sus poblaciones ancestralmente explotadas y excluidas.
EU se sabe en proceso de declive, pero no abandonará la plaza yéndose en silencio. Intentará recomponer las relaciones planetarias para su beneficio, desarmando con brutalidad las acciones que construyeron la globalización. Pero el lugar en el que quisiera poner a China le significa un acertijo. Casi cualquier acción económica que tome en su contra es un búmeran.
El peligro de la guerra se asoma. Y como siempre, el que una confrontación bélica entre potencias sólo pueda dejar derrotados, desplazará los choques militares a la periferia.
Para enfrentar los terremotos geopolíticos en curso, México necesita como nunca un poder analítico y de actuación efectivo. Un Itamaraty mexicano.