Federativos asestan una serie de agravios durante la pandemia
ientras otras ligas se reactivan mediante consensos entre dueños y sindicatos de futbolistas –nunca fáciles, pero necesarios– para paliar los daños que ha dejado a su paso la pandemia, el balompié mexicano se retuerce entre golpes bajos, albazos y acusaciones ante tribunales internacionales, porque el grupo que lleva las riendas del balón quiere a toda costa mantener sus ventajas y privilegios arcaicos.
Confiados y haciendo alarde de tener una buena relación con las autoridades de la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA), en México se aprovechó la etapa de confinamiento para agraviar a la afición, a los futbolistas –especialmente a las mujeres– y para extinguir a la incómoda Liga de Ascenso que amenazaba a los equipos más mediocres de la Liga Mx.
Los mejor perfilados en la defensa de sus derechos ante la serie de arbitrariedades fueron las directivas de Venados de Yucatán, Correcaminos y Leones Negros. Tras interponer una demanda ante el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo), de la que ya fue notificada la Federación Mexicana de Futbol, esos clubes se dan a la tarea de acumular pruebas que evidencien la injusticia.
Luego, visto el caso de la mudanza del club Morelia a Mazatlán, ya no es creíble el pretexto de que al desaparecer el circuito de ascenso el fin era acabar con el desvío de dinero público hacia los equipos. Incluso Yon de Luisa, titular de la FMF, dijo a ESPN que los gobiernos estatales sólo pueden participar con 15 por ciento. ¿Por fin, sí o no?, ¿15 por ciento sobre el pago de nómina, del estadio…? y quién va a escudriñar ese porcentaje.
Otro agravio fue hacia el público. La afición mexicana hace años que dejó de sentir como suya a la selección nacional, de gira permanente en Estados Unidos, donde los federativos, urgidos de dinero, se ataron de pies y manos en contratos con la empresa Soccer United Marketing. Ahora, además, la gente pierde a los equipos de sus localidades en un abrir y cerrar de ojos.
Lo de Morelia empezó como un rumor, y este lunes Tv Azteca pretende irrumpir en Mazatlán con un equipo purépecha armado con tambora. No hay transparencia, a cuentagotas van saliendo nombres de algunos socios sinaloenses; no vaya a ser que aparezcan algunos narcoempresarios cuyas industrias hoy son legales, de esas que se mencionan en el libro El traidor de Anabel Hernández.
Circula ahora la versión de que el Atlas será vendido, de que los Gallos Blancos del Querétaro serán azulgranas dentro de un año… Es decir, la semilla de la zozobra está sembrada. Los aficionados no tienen ya ningún motivo para ir a los estadios, pues para qué darle bola a la mercadotecnia en torno a un equipo si de un día para otro el dueño lo puede trasladar impunemente a otra plaza.
El sábado Gianni Infantino, presidente de la FIFA, señaló que a finales de abril repartió 150 millones de dólares entre sus 211 agremiados, y subrayó que el plan de rescate por la pandemia, busca ser lo más amplio posible e incluye evidentemente al futbol femenil
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La crisis sanitaria deriva en un retroceso severo para el futbol femenil, especialmente en México, donde las jugadoras están más desprotegidas que en otras latitudes. Son de terror las cifras de recorte en las plantillas, empezando con el club América, que de un golpe segó a 14 futbolistas. La cifra total ronda 70 jugadoras a la deriva. A otras, se les bajó el sueldo ya de por sí mísero.
Nunca falta sangre en el altar de los sacrificios. A Guillermo Billy Álvarez ya nadie lo salva de la ignominia, ni los abogados más avezados. Hasta su hermano Alfredo está listo para aportar pruebas para evidenciar los supuestos desvíos millonarios que el presidente del equipo Cruz Azul hizo en la cooperativa de la cementera, la cual ha dirigido desde hace más de 30 años.
El caso de Billy por el momento desvía la atención, porque el futbol mexicano tiene más tela para cortar. Quizás habría que esclarecer al menos las recientes transacciones, la adquisición del Atlas por parte de Orlegi y de Lobos por la directiva de Bravos, puesto que si antes de la pandemia se tasó una franquicia en 30 millones de dólares, una buena tajada de dinero debió ir al fisco.