Caso Khashoggi, ¿perdón o complicidad?
s una historia digna de la imaginación de Agatha Christie, Arthur Conan Doyle, Camilla Läckberg, Raymond Chandler, Andrea Camilleri, James Elfroy, Jim Thompson o Dashiell Hammett. Con la diferencia de que fue un terrible crimen.
Amel Khashoggi, crítico moderado del régimen de Arabia Saudita y colaborador de The Washington Post, fue asesinado en octubre de 2018 en el consulado de ese reino en Estambul. Había acudido para tramitar un certificado a fin de poder casarse en nuevas nupcias.
Las autoridades sauditas negaron inicialmente que la muerte del periodista ocurriera en el consulado. Después, que había sido accidental. Al final reconocieron que fue premeditada y el cadáver de Khashoggi troceado. Uno de los factores que influyeron en esa vuelta de tuerca fue la filtración de datos en poder de las agencias de inteligencia de Estados Unidos. Señalaban que el crimen lo cometieron agentes sauditas ordenado por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán. Las autoridades del reino negaron que el fiel aliado de la gran potencia estuviera al tanto de lo ocurrido.
En diciembre pasado, y en un juicio ultrasecreto, la justicia saudita condenó a muerte a cinco de las 11 personas identificadas como responsables de asesinar al periodista. En la sentencia se absolvió a Saud al Qahtani, asesor personal del príncipe heredero. Este último fue señalado por los hijos del periodista y el Senado estadunidense como autor intelectual del crimen.
Sin embargo, Salah, uno de los hijos de Khashoggi, apareció poco después en público junto al príncipe para respaldar la actuación de las autoridades en investigar la muerte de su padre y alabar el proceso judicial. Hace una semana los hijos del periodista perdonaron a los asesinos, al celebrarse el fin de la fiesta mayor del Islam: el Ramadán. Según la ley islámica, los familiares pueden ejercer ese derecho y, en este caso, pedir suspender la ejecución de los criminales.
Mientras el destino del cuerpo de Khashoggi es un secreto, ese perdón sabe a complicidad con el asesino intelectual.