Lo que mata es la incertidumbre, dice preocupado Juan Aguirre, gerente general de los Naranjeros de Hermosillo sobre el panorama del beisbol para la Liga Mexicana del Pacífico.

Un deporte profundamente ligado a la vida social en las ciudades en las que se juega, donde los aficionados son leales y acuden a los estadios y consumen alimentos y bebidas. Después de los adelantos de distintas autoridades tanto locales como estatales, en el sentido de que los espectáculos deportivos sólo podrán realizarse a puerta cerrada, la angustia por la viabilidad de la temporada se agudiza.

Va a ser muy difícil encontrar una salida para una Liga que se disputa en 10 ciudades en cinco estados, expone Aguirre; cinco gobernadores que son la máxima autoridad sanitaria, que pueden modificar o hacer más riguroso el semáforo que aplicará al país; ponerse de acuerdo va a ser un reto.

La imposibilidad de recuperar inversión mediante los ingresos de taquilla –algunas autoridades ven difícil que el público regrese a los estadios en 2020–, coloca a la Liga en un predicamento.

Todo es muy importante en este deporte en cada ciudad y qué más quisiéramos poder jugarlo como se debe, con nuestra gente en las gradas, explica Aguirre; “los patrocinadores, la afición, pero como todo mundo dice, porque es la verdad, lo primero que ponemos por delante es cuidar la salud, sin eso no hay nada".

Esa preocupación no sólo la tienen en el torneo del Pacífico; la comparten en la Liga Mexicana de Beisbol, que según fuentes cercanas a la organización y los equipos, son muy escépticos a la posibilidad de una temporada sin público. Con pocos patrocinios y sin contratos con televisoras, la idea en esta organización es casi unánime: sin gente, la temporada es inviable.