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México SA

Energía privada, depredadora // Cúpula empresarial histérica

L

a intención gubernamental no es acabar con las energías renovables ni finalizar la participación privada en la generación eléctrica, sino de poner orden (AMLO dixit) en el sector y erradicar los contratos leoninos que administraciones anteriores firmaron con distintos corporativos, especialmente foráneos.

Pero como la cúpula empresarial no quiere ceder un milímetro, ya puso el grito en el cielo y deja escuchar su desgastado coro: comunistas, monopolizadores, estatistas y demás cánticos históricamente superados. Sabe que el objetivo gubernamental no es acabar con la participación privada, sino poner fin al permanente atraco contra la nación, y por eso se rasga las vestiduras.

Uno de los dictámenes de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) resume de qué se trata: en el periodo 2014-2016 –ya con la reforma energética en operación– la energía eólica producida por la Comisión Federal de Electricidad tuvo un costo promedio de 386.2 pesos por megavatio/hora, en tanto que la energía eólica adquirida a productores externos (privados) tuvo un precio promedio de mil 440 pesos por la misma medida (es decir, una diferencia de casi cuatro tantos, en beneficio de los particulares, claro está). Los precios de adquisición de la CFE son pactados en contratos con los productores externos, lo que no constituyen condiciones favorables para la empresa productiva del Estado”.

A ese precio la CFE debe comprar a los privados (así se firmaron los contratos por 25 años, renovables), es decir, a los mismos que cuando se establecieron en México presumieron que con sus modernos métodos de generación se lograrían ahorros sustanciales. ¿Resultado? Pérdidas para la ex paraestatal (más de 2 mil 600 millones de pesos sólo en el periodo señalado) y cada día más abultados recibos bimestrales para los consumidores.

En cualquier país del mundo lo anterior simple y sencillamente se llama atraco a la nación y a los consumidores, pero la siempre histérica cúpula empresarial –acostumbrada a los jugosos negocios a costillas de la nación– no tiene más recursos que recordar su pasado fundacional y gritar: ¡comunistas! Y todavía alguno de los integrantes de dicha cúpula se queja de que en México las tarifas eléctricas resultan 40 por ciento mayores a las vigentes en Estados Unidos. Entonces, bájenle al atraco y, sin duda, esas tarifas serán menores.

Días atrás, el presidente López Obrador denunció que los gobiernos neoliberales entregaron el mercado de la electricidad a particulares violando la Constitución; en el de Salinas firmaron contratos con empresas, fundamentalmente extranjeras, que luego se llevaron a trabajar a los altos funcionarios públicos que les permitieron esas privatizaciones; hasta un ex presidente se fue de consejero (léase el comandante Borolas).

Se trató, dijo, de contratos leoninos muy favorables a los privados, tanto en la adquisición de gas como en la compra de la energía eléctrica, dejando de lado a la Comisión Federal de Electricidad con un plan de cerrar las plantas de la CFE para dejarles todo el mercado a las particulares.

De eso la cúpula empresarial no dice ni pío, pero otra vez la ASF contextualiza: de 2001 a 2010, la participación de los productores independientes de energía (PIE, privados) en el total de energía eléctrica generada para el servicio público se incrementó 28.7 puntos porcentuales, al pasar de una participación de 2.1 por ciento en 2001 a 30.8 por ciento en 2010. En contraste, la participación de la CFE decreció de 97.1 a 64.1 por ciento en ese mismo periodo (en 2018 la relación fue 50-50 por ciento).

En ese lapso, la capacidad instalada de generación de la Comisión Federal de Electricidad creció 27 por ciento; la de los PIE, 718 por ciento (26.6 veces más que la pública) y si la tendencia continúa como en los pasados 10 años, los productores independientes superarán la capacidad instalada de la CFE”.

Las rebanadas del pastel

Y de ese tipo de atracos está infestado el moderno mundo de los negocios en México.