no de los aciertos del formidable ciclo de documentales presentados gratuitamente en línea este mes por Ambulante en casa (ambulante.org), ha sido rescatar y difundir Disparando a la mafia (Shooting the Mafia, 2019), el trabajo más reciente de la documentalista británica Kim Longinotto (Salma, 2013, Dreamcatcher, 2015), estrenado hace pocos meses en el Festival Internacional de Cine Tulum (Fictu) en la Riviera Maya. En la prolífica filmografía de la directora (más de 20 documentales), destacan temas como la violencia de género y los efectos del fundamentalismo religioso sobre mujeres obligadas a una inmigración clandestina. Hay mucho más, por supuesto, en el bagaje de impresiones y experiencias recogidas en el trabajo de la cineasta por ámbitos muy diversos, Japón, India, África, Chicago y una Europa multirracial a menudo ignorada por los grandes medios. Su larga crónica itinerante se detiene ahora en Italia, lugar de origen del padre de la directora, y se centra en un personaje femenino legendario, la fotoperiodista Letizia Battaglia, quien a los 84 años refiere sus faenas y contratiempos al elaborar reportajes gráficos sobre la mafia siciliana durante los años 70, un campo profesional sembrado de peligros.
A partir del recuento de los crímenes de la delincuencia organizada con su estela de terror e intimidaciones (cinco crímenes diarios sólo en Palermo), la directora expone la complicidad embozada y persistente entre los capos del crimen y las autoridades locales, hasta llegar a principios de los años 90 con escenas memorables como las del máximo juicio donde comparecen líderes de la mafia como Luciano Leggio y Totò Riina, y culmina con la ejecución vengativa del juez Giovanni Falcone y del magistrado y cercano colaborador suyo Paolo Borsellino.
Los riesgos en que incurrió Letizia Battaglia al fotografiar y exponer los saldos pavorosos de ajusticiamientos en la calle perpetrados por la Cosa Nostra, fueron monumentales. Battaglia refería gráficamente lo mismo los tiesos ceremoniales fúnebres de los capos de la mafia que las vendettas rutinarias que incluían a mujeres y niños relacionados con las víctimas elegidas. Varias de sus fotografías suscitaron polémica por una supuesta explotación estética de la violencia extrema, aunque parte de esas críticas sólo revelaba la indignación por ver a una mujer (la primera fotoperiodista en Italia) ocuparse de asuntos comúnmente reservados a los hombres.
Lo interesante es la manera en que la realizadora entremezcla y confunde lo público y lo privado en su azaroso recuento biográfico de la protagonista. Antes de concentrarse en el despertar tardío (hacia los 40 años) de su vocación como periodista y fotógrafa, el documental pone énfasis en el carácter –ese sí precoz– de su insumisión de género frente a las imposiciones morales de una familia tradicional. A un primer matrimonio consumado en los años de adolescencia, le sigue el replanteamiento, radical para su época (la inmediata posguerra), de sus opciones laborales y amorosas. La actitud vital de la fotógrafa Battaglia es novedosamente libertaria. Plantada vigorosamente en el crepúsculo de su existencia, se complace en evocar ese pasado con malicia provocadora. Al hablar de uno de sus últimos amantes (Roberto Timperi, 38 años menor que ella), y del escándalo moral que dicha relación supone para algunos, esa madre de todas las batallas periodísticas que es Letizia responde con desenfado: Si la gente lo reprueba, que se vaya al diablo
.
En el documental aparece neutralizado un amplio espectro de su vida doméstica y familiar. Su esposo y sus hijas semejan simples apéndices, incómodos, casi estorbosos, de una existencia que se conjuga y reinventa siempre en primera persona. A manera de contraste en esta intensa crónica de brutalidad criminal y heterodoxas confidencias íntimas, Kim Longinotto y su editor Ollie Huddleston ofrecen fragmentos muy vintage de películas italianas clásicas, con actrices de sensualidad desbordante (Silvana Mangano, en primer plano), que lo mismo aluden a la formación sentimental y artística de la directora que a la naturaleza proteica muy libre de la propia Letizia Battaglia. Al cúmulo de intimidaciones y amenazas de muerte que llegó a tener su temeraria faena periodística, la infatigable octogenaria opone hoy, con serenidad y lucidez, la reivindicación de sus nuevos goces físicos y de viejos combates hoy más necesarios que nunca.
El documental estará disponible únicamente mañana lunes en la programación diaria de Ambulante en casa.
Twitter: @CarlosBonfil1