Han pasado tres años desde el asesinato del periodista Javier Valdez y la demanda de justicia prevalece, pero también sus enseñanzas, su trabajo tanto en La Jornada como en Ríodoce, sus libros, sus crónicas, las pláticas con colegas y amigos. Han sido 36 meses y es muy significativo que podamos mantener viva su memoria y viva nuestra exigencia de justicia, expresó su esposa Griselda Triana al finalizar la Tercera jornada Malayerba.

Por las medidas de distanciamiento social, el encuentro-homenaje se realizó en Internet mediante la página de Facebook de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (Gitoc, por sus siglas en inglés).

Griselda Triana pronunció el mensaje final del encuentro: “Gracias a todos por aceptar participar en esta lectura de Javier para Javier. Son las 12 del día, casi, en Culiacán, y hace justamente tres años en este momento Javier ya estaba muerto. Es muy significativo el que podamos mantener viva su memoria y viva nuestra exigencia de justicia.

Gracias por acompañarnos en estos meses, en estos tres años, en las buenas, las malas y en las peores. Nos da mucho gusto verles, escucharles, y juntos sonreír pero también llorar. Si hoy se toman una cerveza, un whisky, un tequila, que sea a la salud de Javier.

Uno a uno los invitados comenzaron a desgranar las palabras queJavier Valdez dejó escritas y que hablan de ese México de violencia y narcotráfico, pero también esas historias de vida de los sobrevivientes, de los niños, de las madres que buscan a sus hijos, de cómo se vive esa realidad más allá de las cifras, su trabajo de a pie, ese caminar que lo llevaba después a aporrear las teclas y contar lo que otros no podían.

El periodista Alejandro Almazán leyó una carta llena de recuerdos, de cómo preguntaba lo que nadie preguntaba, escribías lo que a otros nos daba culo escribir. Tu macabro humor negro, un loco que llora junto a las víctimas y escribes historias para decirnos que la violencia no se acaba. Le pusiste nombre y apellido a la corrupción.

Blanche Petrich, su colega en La Jornada, habló de esa placa que se encuentra en el octavo piso de la sede del periódico. Una conmemorativa que lleva su nombre y el de Miroslava Breach, de quien este sábado se cumplen mil 151 días de su asesinato.

Quienes leen toman fragmentos de crónicas, de prólogos, de dedicatorias sacados de sus libros Malayerba, Huérfanos del narco, Narcoperiodismo: la prensa en medio del crimen y la denuncia, Con una granada en la boca: heridas de la guerra del narcotráfico. A varios se les quebró la voz, pero continuaron leyendo y recordando.

El editor y escritor Antonio Ramos narró que, un día después de la muerte de Javier, no quería ir a trabajar, y tomó la ruta más larga. Al llegar a una iglesia se dio cuenta de que estaban comenzando a pintar un mural dedicado al periodista. Javier es para siempre, para todos, y parte de la memoria de este país.

Y también están los comentarios de quienes vieron la transmisión:

Que una pandemia no nos calle en la exigencia de justicia con verdad y dignidad para Javier Valdez y sus compañeros periodistas asesinados. Ni perdón ni olvido; castigo a los asesinos. Que no muera la flor de la palabra. Gracias a todos por este merecido homenaje a Javier. Abrazos desde los pedregales de Coyoacán en la CDMX, escribió Elena López.

“Un abrazo muy grande para todxs, gracias por sacar la voz cuando cuesta más trabajo. Gracias por esta lectura, por no olvidar”, expresó Érika Kuru.

Al final del encuentro virtual, por los altavoces se escucharon diferentes voces con una misma frase: ¡Justicia para Javier!