La pandemia de Covid-19 llega a un México en circunstancias complejas y una economía no sólo estancada, sino en decrecimiento. Las cifras de inseguridad son históricas, la violencia de género ha subido significativamente y en algunos sectores con crisis social, admitió la encargada de la Oficina de la Presidencia para la Agenda 2030, Gemma Santana.

Además, se visibilizaron y acentuaron las brechas de desigualdad, aunque al mismo tiempo la pandemia abrió los ojos para acelerar las acciones de protección social a los sectores más pobres y vulnerables, particularmente las mujeres, y donde la Agenda 2030 para el Desarrollo es la opción para generar consensos, visiones y múltiples liderazgos hacia ese fin, añadió.

Durante la conferencia virtual La protección social hacia la población jornalera en México, convocada por la oficina local de Naciones Unidas, expresó que mientras en los años 80 el país vivió una crisis derivada de la deuda y en 2008 surgió por las hipotecas, la de este año es una crisis de personas y de empresas.

Se requiere entonces ofrecer oxígeno a las empresas para superar la parálisis y que la reactivación sea rápida. La Agenda 2030 –indicó– atiende la prioridad de dotar de protección social a todos y lograr una amplia cobertura de los grupos pobres que crecerán como efecto de la pandemia, sobre todo en los sectores agrícolas y de jornaleras.

Helmut Schwarzer, especialista en Protección Social de la OIT, puntualizó que los países deben enfrentar esta crisis con políticas articuladas para sostener el nivel de actividad y el empleo de la economía en general; apoyo a las industrias y cadenas productivas; protección a la salud de los trabajadores y mantener un diálogo social y creación de consensos entre los cimientos de la sociedad.

Lina Paul, de la FAO-México, destacó el interés del gobierno de Andrés Manuel López Obrador por encarar el problema heredado de que seis de cada 10 mujeres en el campo viven en pobreza y con menores ingresos, menor posesión de tierra, limitada participación política y escasa protección social.

Pese a ello, destacó, hoy son ellas quienes nos están proveyendo de alimentos en estos momentos y muchas se ven obligadas a migrar.

Urgió entonces por las acciones que atiendan tal panorama, ya que con la pandemia se enfrentarán a problemas de salud, vulnerabilidad económica y el hecho de que desempeñan una actividad esencial que debe protegerse.

Lourdes Colinas, de ONU Mujeres, refirió la sobrecarga de trabajo y carencia de ingresos que enfrentan ellas en esta coyuntura, sobre todo las indígenas y trabajadoras del campo ante la carencia de seguridad social en muchos casos.

Durante el confinamiento, ellas se enfrentan al incremento en la necesidad de cuidados y a una y demanda extra de cuidados aun con las cargas que ya tenían antes de la pandemia.