16 de mayo de 2020
• Número 152
• Suplemento Informativo de La Jornada
• Directora General: Carmen Lira Saade
• Director Fundador: Carlos Payán Velver
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Viticultura y Covid-19
Kim Sánchez y Adriana Saldaña Universidad Autónoma del Estado de Morelos
La producción de uva de mesa en México se concentra en Sonora, en los municipios de San Miguel Horcasitas, Hermosillo y Caborca. Durante tres periodos en el año (diciembre, febrero y mayo), empresarios demandan a miles de trabajadores para llevar a cabo distintas tareas que permitan tener un producto con calidad de exportación, destacando la cosecha en mayo y junio. Estos trabajadores son temporales y suelen llegar del sur, de Puebla, Chiapas y otros estados. Durante la epidemia del COVID-19 estos jornaleros no pueden permanecer en sus casas, como lo han dispuesto las autoridades de la Secretaría de Salud (SSA), pues los ingresos obtenidos en la uva de mesa son fundamentales en la economía de sus hogares, debido a que son originarios de regiones donde escasea el empleo y pertenecen a un sector estratégico, que es la producción de alimentos.
Una parte de los jornaleros que llegan a Sonora son enganchados en sus lugares de origen, pero otra, arriba directamente buscando “el jale”. Los primeros habitan, durante el periodo laboral, en campamentos controlados por las empresas, en donde es factible que exista mejor infraestructura y condiciones de vigilancia sanitaria durante la epidemia; los segundos suelen concentrarse en Estación Pesqueira, localidad que se convierte en epicentro de la región agrícola de Hermosillo, con una población flotante estimada de entre 20 y 25 mil personas. En ésta rentan en “cuarterías”, donde la carencia de servicios puede generar un ambiente de gran riesgo para todos, porque la localidad misma tiene rezago social.
Estación Pesqueira tiene un grado de marginación alto, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de 2010. Para ese año, el 14.72 % de las viviendas tenía piso de tierra, el 20.95 % no tenía drenaje, el 2.89 % no contaba con agua entubada y el 5.94 por ciento no tenía sanitario.
El pasado 30 de marzo autoridades estatales de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y SSA de Sonora declararon a la prensa local que se habían puesto de acuerdo con empresarios agrícolas para prevenir y evitar que el coronavirus llegara de la mano de los jornaleros migrantes que trabajan en sus viñedos. El escenario es crítico: en mayo y junio habrá una afluencia masiva de trabajadores que arriban desde decenas de estados de la república a cosechar la apreciada uva de mesa.
Nadie quiere que la epidemia se extienda, pero tampoco que se suspenda la cosecha, por más que el producto no es un bien alimentario básico para las y los mexicanos, pues se destina a mercados internacionales, sobre todo a Estados Unidos. Los empresarios no desean perder su inversión, ni los trabajadores su sueldo. Por lo mismo, preocupan los comunicados de las autoridades estatales, pues aseguraron que los empresarios realizarían una revisión y valoración de la salud de sus trabajadores desde los lugares de origen. Sin embargo, como se ha señalado, no todos los cosechadores temporales son contratados desde origen, otros llegan “por su cuenta” a la entidad para buscar trabajo. Estos últimos no serían tomados en cuenta en las acciones señaladas; además se hospedan temporalmente en una localidad sin suficientes recursos para enfrentar la pandemia, tanto para los habitantes como para los recién llegados. Al terminar la cosecha estos jornaleros – de los campamentos y las cuarterías- regresan a sus pueblos, situación que puede multiplicar exponencialmente los frentes de contagio.
El Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) de Conacyt ha colaborado con autoridades para mitigar el COVID-19, a través de diversas estrategias en distintas regiones sonorenses. Éste ha señalado acertadamente -refiriéndose a las comunidades indígenas marginadas de la entidad- que la precariedad de su economía y carencia de servicios básicos puede llevar a que con esta pandemia ocurra una gran tragedia. Un escenario análogo puede ocurrir si en Pesqueira no se toman medidas básicas proactivas para enfrentarla.
Vale reiterar el llamado del CIAD a las instancias de gobierno y sociedad civil, y hacerlo extenso para Estación Pesqueira, que recibe miles de trabajadores entre mayo y junio:
En el contexto de la epidemia, la atención de los jornaleros agrícolas que llegan contratados o “por su cuenta” debe incluir la vinculación entre empresarios agrícolas, autoridades sanitarias, contratistas y cuadrilleros que se comprometan a apoyar en las medidas de difusión de información y en proporcionar elementos básicos para el aseo en lugares de trabajo y viviendas –cuarterías y campamentos-, así como atender a los trabajadores (casos sospechosos y confirmados), sin afectar sus propios ingresos. •
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