16 de mayo de 2020
• Número 152
• Suplemento Informativo de La Jornada
• Directora General: Carmen Lira Saade
• Director Fundador: Carlos Payán Velver
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De chile, de dulce y de manteca
Alfredo Álvarez
Antes de las elecciones y ya perfilada para ser la próxima Secretaría de Bienestar, la ingeniera María Luisa Albores estuvo en Colima en abril del año 2018. Luego de conocerle y sentirle, escribí una columna para el periódico local Ecos de la Costa, la cual titulé “Un nuevo paradigma de desarrollo social es posible” (1) y hoy puedo afirmar que el pilar de esa transformación es el Programa Sembrando Vida.
El programa estrella del gobierno federal arrancó en Colima el 14 de mayo del 2019, con la presencia de la secretaria de Bienestar, María Luisa Albores González, y el subsecretario de Planeación, Evaluación y Desarrollo Regional, Javier May Rodríguez. Colima era uno de los 19 estados elegidos para sembrar más de un millón de hectáreas y generar más de 400,000 empleos permanentes en el país.
Como ha dicho el presidente López Obrador, el campo es una reserva importante de valores, eso se evidencia día con día, al caminar los ejidos y darnos cuenta de que pese al intento neoliberal de despojarnos, incluso de la identidad, en los pueblos aún se conserva a través de la cultura, costumbres y saberes que permiten preservar y mantener ejemplo vivo de que un mundo mejor es posible.
En Colima el Programa Sembrando Vida contempla reforestar 12,500 hectáreas en los 10 municipios del estado, ello, no es poca cosa, pues significa que el 2.2% de nuestro territorio, por primera vez será utilizado para llevar a cabo practicas alternativas al modelo de despojo agroindustrial. Cinco mil sembradores y sembradoras tendrán acompañamiento permanente: un técnico productivo, para volver a hacer producir la tierra de manera orgánica, sin químicos, y un técnico social, quien tendrá la labor de ir fortaleciendo las diferentes cuestiones sociales concretas de cada ejido y localidad.
Durante los gobiernos neoliberales se puso de moda la “ventanilla”, donde dependiendo del ciclo se abría y operaba en ciertos horarios, lo que obligaba a los campesinos y campesinas a trasladarse desde sus localidades a una oficina para entregar documentos y en caso de faltar alguno, volver. Con el nuevo gobierno ya es distinto, la ventanilla son los técnicos en territorio, ellos recaban los documentos y realizan estudio socioeconómico en los domicilios de cada potencial sembrador o sembradora y verifican que las parcelas cumplas con los lineamientos del programa.
Otro eje importante es que el programa permite la adaptabilidad y elección de especies de plantas desde los propios campesinos y campesinas, únicamente tienen que sembrarse mediante el sistema de Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF) y el Sistema AgroForestal (SAF), entre ambos sistemas cada sembrador deberá sembrar las 2.5 hectáreas. Con ello se busca garantizar primeramente la seguridad alimentaria en el corto plazo mediante la milpa, mediano plazo con árboles frutales y a largo plazo con los maderables.
Para ello a los 5,000 participantes que están en el programa en Colima se les paga un jornal de cinco mil pesos mensuales. Es importante resaltar las palabras de AMLO “Compañero, escucha, en la hamaca no se lucha”. Esto tiene sentido dado que el pasado informe presentado por parte de la Secretaría de Bienestar resalta que en 2019 fueron dados de baja casi veinte mil sembradores por no trabajar la tierra conforme a la indicación de los técnicos. Muestra de que el programa tiene como objetivo la transformación rural.
El territorio es como los dedos de la mano, cada uno tiene condiciones específicas, desde climáticas hasta sociales. En algunos ejidos encontramos resistencia a sembrar de manera orgánica, como lo hacían nuestros abuelos y abuelas, que no necesitaban de químicos y lograban alimentar a grandes ciudades, como Tenochtitlán, mediante el sistema milpa aplicado en chinampas. Y se atrevieron a llamarnos incivilizados.
El programa cuenta con una planta de colaboradores formados en biología, agronomía y nutrición, entre otros. También cuenta con aportes de diversas instituciones, entre ellas la Conafor, la Semarnat, la Sagarpa, la Profepa y la Conagua.
Una de cada tres plantas será producida por los propios sembradores y sembradoras en los miles de viveros comunitarios que se construirán con ese fin.
La Secretaría de la Defensa Nacional retoma su papel de proveedor de árboles forestales: a lo largo del país existen doce viveros militares, lo que permite generar empleos adicionales a los del programa.
En Sembrando Vida se fomentará el arraigo a los hombres y mujeres jóvenes en sus terruños. Cada técnico tiene 12 becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, en quienes se busca inspirar compromiso con la comunidad y con el territorio.
En los viveros se fabricarán biofertilizantes con insumos locales, a fin de evitar la dependencia exterior, ahorrar costos y no contaminar. Al respecto, resalto un dato que nos proporciona el INEGI: en los pasados cinco años, Colima ha ocupado los primeros lugares en cáncer de mama y próstata. Reforestar el 2.2% del territorio servirá como ejemplo a otros campesinos de que se puede sembrar sin agrotóxicos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador pone las cartas sobre la mesa al dedicarle al programa 28 mil 500 millones de pesos en este año. Representa la mayor inversión hecha para echar andar el campo mexicano con alternativas sustentables y sostenibles ante la crisis climática y de desnutrición. La solución no vendrá del sometimiento al modelo industrial, por ello, el éxito del programa está en manos del equipo operativo: técnicos, facilitadores, coordinadores territoriales y regionales, y también en la voluntad de los sembradores para transformar e impactar localmente.
Me atrevo a decir que es una oportunidad histórica, única en el mundo, dado que, si lo leemos bien, Sembrando Vida plantea una transición progresiva para en comunidad dar el paso hacía un modelo alternativo agroecológico, que nos permita caminar hacía lograr la soberanía alimentaria y dejar atrás la dependencia alimentaria en la que nos sumieron los gobiernos neoliberales al importar cerca del 40% de los alimentos que consumimos en México. •
Invito a todas y todos a participar. Si conocen a algún sembrador pueden comunicarse al teléfono (312) 314 89 50, extensión 40441 y 40424.
Nota
Puede leerse en el blog: https://ruralidadescolimenses.wordpress.com/2018/04/22/un-nuevo-paradigma-de-desarrollo-social-es-posible/.
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