16 de mayo de 2020
• Número 152
• Suplemento Informativo de La Jornada
• Directora General: Carmen Lira Saade
• Director Fundador: Carlos Payán Velver
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Viticultura y Covid-19
Patricia Tomic y Ricardo Trumper
Los primeros casos de COVID-19 en Canadá se presentaron, lentamente, en enero. Hacia mediados de marzo el gobierno federal y los gobiernos provinciales comenzaron a aplicar diversas medidas para controlar el contagio. Así, el Estado impidió el acceso de no residentes al país y también se paralizaron las actividades económicas consideradas no esenciales. Junto con estas medidas, rápidamente, en forma más o menos voluntaria, la población se recluyó en sus casas siguiendo disciplinadamente el mensaje constante de quedarse en casa, de guardar 2 metros de distancia con otras personas, de lavarse las manos a menudo, de no llevarse las manos a la cara.
En Canadá, la parálisis económica ha sido considerable. El producto bruto ha caído vertiginosamente. Sectores privilegiados trabajan a distancia. Para muchos otros, el gobierno federal ha fortalecido el programa de seguro de desempleo y otros programas de apoyo económico que han sostenido tanto a millones de desempleados como a empresarios.
Entre las actividades esenciales está la agricultura. Una parte importante del trabajo agrícola en Canadá lo efectúan trabajadores migrantes, quienes hacen posible la producción de hortalizas, frutas, viveros y viñas. En años recientes Canadá ha requerido alrededor de 60,000 trabajadores temporales anuales. Las medidas para contener la pandemia que restringen el ingreso de no residentes pusieron en peligro la llegada de los migrantes temporales. Aunque hay millones de trabajadores y trabajadoras desempleados, las industrias agrícolas se encontraron sin mano de obra.
En lugar de cambiar las condiciones de trabajo para atraer mano de obra local, los empresarios y sus organizaciones se movilizaron para presionar contra el cierre de fronteras. Irónicamente, para que los salarios de los migrantes sean bajos, para imponer condiciones serviles, y justificar inmigración solamente temporal el argumento ha sido que estos trabajos no requieren capacitación. En estos momentos, en cambio, el argumento principal de los empresarios ha sido que el trabajo agrícola no puede ser realizado por canadienses sin experiencia, pues es un trabajo que requiere alta capacitación.
El gobierno aceptó reabrir las fronteras para trabajadores con visa de trabajo temporal. Impuso condiciones de cuarentena por 14 días para los migrantes a su llegada, subvencionando a los empleadores con fondos estatales, algunas condiciones mínimas para el alojamiento que deben proveer los empresarios y coberturas médicas dentro de los planes de salud provinciales. Sin embargo, se continúa aceptando que los migrantes vivan en condiciones de cercanía que hacen muy difícil mantener la distancia social.
Como ha demostrado la pandemia, los espacios de confinamiento, ya sean hogares de ancianos, cárceles o barracas para trabajadores, son focos de infección. Ya se sabe de dos brotes entre trabajadores migrantes, probablemente contagiados en Canadá. A pesar de ello, la preocupación es que los trabajadores no contagien a los residentes locales. Uno de los focos de esta preocupación es Ontario, donde trabajadores jamaicanos se han contagiado y otro en el valle del Okanagan, en British Columbia, en uno de los mayores viveros del lugar.
El valle del Okanagan es un área donde la agricultura tiene un rol importante. Se producen manzanas y cerezas para mercados en Canadá y diferentes partes del mundo. Además, el Okanagan es un área de viñedos y bodegas que producen vinos caros, en general, para consumo en el mismo valle. El trabajo agrícola mismo lo hacen unos 1500 trabajadores provenientes de Quebec, 1500 mochileros de distintas partes del mundo y 4500 mexicanos, caribeños y otros trabajadores migrantes.
El 70% del trabajo intensivo en la viñas es ejecutado por trabajadores migrantes, de allí que su presencia sea esencial para continuar con el modelo de explotación agrícola existente. Los migrantes son especialmente importantes porque con la pandemia, tanto los trabajadores de Quebec como los mochileros no irán a trabajar al Okanagan. Por otro lado, la producción de vino está ligada principalmente al turismo, un turismo que ha desaparecido con la pandemia. De allí que es dudoso que las empresas y los trabajadores relacionados con turismo, los chefs, cocineros, meseros y degustadores puedan continuar operando como antes; que muchas empresas tengan que reinventarse para vender el vino a través de la Internet o clubes; y que mucho de los restaurantes estén liquidando sus inventarios de vinos vendiéndolos en línea. La pandemia parece estar reorganizando el Okanagan, pero no el modelo de trabajo que depende de la explotación y el riesgo de los migrantes. •
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