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Vivales citarán la pandemia para pagar menos, afirma

Tratarán de aprovecharse de los boxeadores, previene Beristáin
 
Periódico La Jornada
Miércoles 13 de mayo de 2020, p. a12

Después de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, el entrenador veracruzano Ignacio Beristáin abandonó al equipo tricolor de boxeo asqueado de todo lo que vio. Decidió no terminar convertido en un burócrata del deporte, la figura que menos encaja con su personalidad, y empezó una carrera profesional que ha cosechado casi una treintena de campeones mundiales. Desde entonces, don Nacho no ha parado de trabajar, hasta ahora, cuando una pandemia lo obligó a meter freno a su larga trayectoria y a bajar la cortina de su querido Romanza, el mítico gimnasio en Iztacalco, Ciudad de México.

Hace ocho semanas que cerró ante la expansión del coronavirus y aguarda confinado a que la realidad le permita retomar su trabajo. Los gastos continúan, el equipo sigue cobrando su sueldo y la llave del dinero está seca como nunca.

En esto no se vale llorar, ataja Beristáin; hay que aguantar; hemos pagado al equipo, pero el próximo sueldo sí se reducirá porque ya se agotó la reserva y sigo con los gastos del gimnasio.

Son días extraños para Beristáin, encerrado y obligado a usar un cubrebocas cuando necesita salir por algo impostergable. No parece desesperado, pero es notorio que no está acostumbrado a enfrentar el paso de los días sin visitar su gimnasio y seguir el desarrollo de sus peleadores, tanto campeones como jóvenes aspirantes.

Veo un futuro difícil para el boxeo y para todo, reconoce Beristáin; pero la recuperación llegará, de eso estoy seguro.

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▲ Con toda una vida dedicada al boxeo, Nacho Beristáin dice que la crisis sanitaria ya comienza a cobrar factura con la falta de recursos, por lo que ve un futuro difícil para el boxeo.Foto Jam Media

El futuro del que habla don Nacho en el negocio del boxeo es uno con patrocinadores escasos, con prohibición para convocar al público a las arenas, con recursos económicos limitados y disminución en las pagas para los peleadores. Un porvenir anómalo, nunca antes visto por un hombre que ha dado su vida a este deporte.

En este negocio nadie es Santa Claus, nunca ha sido así, advierte Beristáin; pero con el pretexto de esta crisis que viene, varios vivales tratarán de sacar ventaja de esta situación y de la desesperación de los boxeadores por volver a trabajar; les ofrecerán mucho menos. Los promotores de Estados Unidos son los que más van a querer pasarse de listos con los mexicanos. Los peleadores serán los más vulnerables y van a querer aprovecharse de ellos.

Beristáin es desconfiado. En este negocio ha visto a intermediarios cobrar el 50 por ciento del salario de boxeadores y asistentes que les piden “pa’l chesco” después de cobrar una pelea. Sin embargo, es optimista respecto del posible regreso en junio con peleas a puerta cerrada y con medidas sanitarias.

Será una experiencia extraña, pero confío que esta será la manera de superar esta situación y de poder recuperar el paso.

Beristáin sólo tiene impaciencia por sus prospectos, esos jóvenes que empiezan y con los cuales siente un compromiso muy profundo, incluso aún mayor que con sus campeones. A ellos los vigila a distancia, pero ya le urge que cumplan con sus compromisos pendientes.