¿Podremos cambiar?
rimero el sistema nos enferma y luego hace como que nos alivia, sólo para seguir enfermándonos, en esa interminable, absurda y agotadora rueda del infortunio que ensombrece la historia humana, ese aturdido ascenso de mezquindades y grandezas, de infructuosos esfuerzos por alcanzar atisbos de conciencia, de ilusorios darnos cuenta. Guerras o pandemias, al final se trata de cifras al margen de cualquier valoración de las víctimas, de sus creencias, afectos y esperanzas, prescindibles como seres humanos.
Jesús Flores Olague, doctor en filosofía e historia y maestro en sociología por las universidades Iberoamericana y Nacional, sostiene: Situaciones como el Covid-19 son oportunidades para replantearse cada quien su sentido de vida, personal y social, si bien la civilización occidental, con un individualismo amedrentado, parece haber inhibido este tipo de reflexiones. Somos más herederos de la tradición judeo-cristiana que de la cultura greco-latina, los estados-nación han sido rebasados por un capitalismo sin freno tan voraz como demencial, y la promovida globalización ha sido para beneficio de unos cuantos, no del globo
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“Ante tanta incertidumbre –prosigue el también poeta e investigador– no le queda a la humanidad sino dar un severo giro al aprovechamiento de las ciencias y las humanidades, unas secuestradas y otras relegadas, para repensar herencias que ya no responden a una realidad individual y social, pero el pensamiento posmoderno elude revisar e instaurar nuevos paradigmas de crecimiento. Sólo a partir de esa revisión honesta, a todos los niveles, de estructuras caducas es que se puede elaborar un sistema de pensamiento más verdadero hoy y menos incierto mañana. ¿De qué verdad hablamos? De rescatar lo auténticamente verdadero del pasado con la finalidad de aprovecharlo a prudente distancia de dogmatismos, manías acumulativas y otros virus igualmente mortíferos. Si no cambiamos, empeoramos, en todos los sentidos y todos los sectores. Por esta resistencia al cambio de unos y de otros es que el futuro se presenta poco halagüeño, pero si no pensamos en términos de una verdad provechosa para todos, no para algunos, desaparecemos o quedamos a merced del poder inepto. Aspirar a pertenecer a la élite explotadora está muy lejos del ideal del ser humano, urgido de conciencia y de responsabilidad ante la libertad de pensar por sí mismo y de actuar en consecuencia.
(Continuará.)