Domingo 10 de mayo de 2020, p. 6
Desde que el heavy metal tocó tierras latinoamericanas, a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, sus intérpretes han manifestado una posición crítica sobre los problemas sociopolíticos que aquejan a sus sociedades, como la injusticia social, la violencia o el exterminio de pueblos indígenas.
El mensaje no se ha quedado en un coro pegadizo, en una estrofa emotiva o en un riff potente: ha trascendido y generado la toma de acciones concretas de diversos colectivos metaleros para trabajar junto a las comunidades cercanas que sufren algún tipo de injusticia, como se aprecia en el documental Acts of Resistance: Heavy Metal Music in Latin America (Actos de resistencia: heavy metal en Latinoamérica), del cineasta puertorriqueño Nelson Varas-Díaz.
El activismo ambiental, la educación comunitaria y la restauración de la memoria son estandartes de diversas acciones que fanáticos y músicos llevan a cabo a través de este género extremo para desafiar las injusticias en Guatemala, Ecuador y Colombia, donde se filmó.
“Quería centrarme en lo que hacen para transformar su contexto a través de acciones prácticas. En mi anterior trabajo (Songs of Injustice: Heavy Metal Music in Latin America), mostramos bandas que cantan sobre las injusticias, pero ahora se trata de gente que se inspira en el metal para realizar hechos específicos que den solución en sus comunidades”, expuso.
Varas-Díaz, quien es sicólogo social y profesor investigador de la Universidad Internacional de Florida, manifestó que ese trabajo –cuyo arte y página en Facebook fueron dados a conocer recientemente– se concluyó en año y medio. Visitó lugares donde la injusticia social ha tenido un impacto desproporcional. Los tres países seleccionados han sido duramente golpeados por la violencia, la pobreza y los conflictos armados.
Apoyo contra minería y por educación
En Guatemala, Varas-Díaz trabajó con metaleros que influyen en el campo educativo, gracias a su labor en la recuperación de escuelas rurales mayas abandonadas por el gobierno. En Ecuador, se consignó la labor de fanáticos y de integrantes de bandas para apoyar la lucha de comunidades rurales contra de la minería ilegal en la zona del Intag.
En Colombia, las bandas están trabajando en la recuperación y preservación de la memoria histórica, tras el conflicto armado. Ya no sólo se trata de canciones, de mensajes, sino de gente, de metaleros trabajando en campo, como hacen en otros lugares trabajadores sociales o activistas
, explicó.
La narrativa da cuenta de cosas que parecen inimaginables o increíbles, como cuando los entrevistados colombianos platican cómo unos paramilitares jugaban futbol con la cabeza de un campesino asesinado. El metal de esa nación refleja estas atrocidades en sus letras y busca que no queden en el olvido
.
En cuanto a la música que acompaña al documental, el académico boricua destacó la participación de Alex Okendo, vocalista de la legendaria banda colombiana de death metal Masacre, cuya música habla de comunidades campesinas desplazadas por el conflicto armando. Mientras, Ecuador está representado por Curare, agrupación metalera de tintes autóctonos y folclóricos, comprometida con la defensa del medio ambiente.
Los avances del filme se darán a conocer en octubre y será presentado en diciembre con la idea de participar en el circuito de festivales del género. Nuestro anterior documental (filmado en México, Argentina, Chile y Perú) ganó 22 laureles en certámenes fílmicos por todo el mundo. Ojalá este nuevo trabajo sea recibido con entusiasmo por la comunidad internacional
, expresa.