Mercomuna y madruguete de alcaldías
a investigación la tiene que hacer, junto con la explicación, la Contraloría General del gobierno de la ciudad, pero la disculpa, cuando menos, la tiene que hacer la alcaldesa Layda Sansores y los otros y otras alcaldesas que por mucho madrugar no les amaneció más temprano.
Tal vez no sea una gran cantidad la que hayan pagado por los vales que no estaban autorizados, es decir, que no tenían ningún valor, pero a final de cuentas era dinero de la gente, y eso debe ser aclarado de todas formas.
La pifia de la alcaldesa y de su equipo de trabajo que no le supo indicar que nadie puede imprimir dinero sin el permiso y la supervisión del Banco de México, resulta imperdonable de alguien que incluso ha pasado por el Poder Legislativo, donde se construyen las leyes, pero aunque en este caso los vales que se reparten entre la gente no son dinero como tal, encierran un valor económico del que debe responder el BM. Si no fuera así, pues cada quien tendrían su maquinita impresora de billetes.
Esto, tan obvio, no le pareció tanto a la señora Sansores, quien para ganar un poco de tiempo y que la acción se registrara como si de ella partiera, y todo lo demás fueran emulaciones, puso a algunos talleres de impresión a trabajar a toda velocidad para que los obregones estuvieran a tiempo para que cumplieran el cometido prefigurado.
En la entrega anterior les platicamos que el gobierno y las alcaldías de la ciudad habían logrado un acuerdo para apoyar a la gente más necesitada. El acuerdo que suscribieron 14 de las 16 demarcaciones en que se divide la capital consiste en la entrega de vales quincenales por 350 pesos a los pertenecientes al padrón de las lecherías Liconsa, es decir, la gente de menos recursos.
Para ese efecto se repartirían vales que sólo se pueden canjear en las tiendas de barrio y no en los grandes almacenes, esto porque el apoyo también debería alcanzar a los muy pequeños comercios. El proyecto fue adoptado por todos, menos aquellos con delirio de grandeza que suponen que en sus alcaldías pueden hacer y deshacer al compás de sus caprichos políticos.
El asunto debe estar en manos de quienes vigilan los gastos del gobierno en su conjunto porque, tenemos que insistir, hoy que tanto se requiere de los dineros públicos para aliviar muchas de las necesidades que ha dejado, y dejará, la emergencia, perder recursos es imperdonable.
Pero, además, ya es tiempo de que se aclare qué otras alcaldías cometieron el mismo error, si es que las hay. No se vale echar a perder un programa de tan buena factura con descuidos que dicta la ambición.
De pasadita
La otra pandemia de la que no se sale con facilidad y mata más mexicanos que la sanitaria es la de la violencia, y en eso no se debe dar ni un paso atrás. Son muchos los recursos, humanos y económicos, muchos los esfuerzos que se están llevando a cabo para combatir al nuevo coronavirus causante de la enfermedad Covid-19, y no cabe duda que el esfuerzo vale la pena.
No obstante, sería bueno que con la misma agilidad política que hoy se muestra en esos menesteres se tratase el asunto de la violencia. Después de lo que ahora se vive, el tema económico habrá de prender la chispa en el páramo de la violencia, y ya, desde ahora, debería estar un buen equipo de gente que sepa del asunto dedicado a examinar los diferentes planos de prevención y lucha que se requerirán dentro de muy, muy poco tiempo, y si no, ¿pregúntele a López-Gatell?, en una de esas el médico también de eso sabe.