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México, en el sótano salarial // Competitividad neoliberal

A

lo largo de los años la Cepal ha subrayado uno de los grandes problemas de México: el salario mínimo que allí se paga es el menor de todo América Latina, el más bajo de los países de la OCDE y con un poder adquisitivo muy lejano a las necesidades de la población que lo recibe, dada la constante pérdida real que se acumuló en las últimas cuatro décadas.

En el gobierno de López Obrador se han registrado dos aumentos sustanciales al mini ingreso, pero, aunque se avanza, falta recorrer un largo camino para que la recuperación del poder adquisitivo real del salario mínimo sea equiparable –y sólo eso– al de 40 años atrás.

Durante el periodo neoliberal, gobierno y empresarios –el primero descaradamente al servicio de los segundos– cacarearon la altísima competitividad laboral de nuestro país, la cual resultaba muy atractiva para la llegada de inversión foránea. En los hechos, esa altísima competitividad laboral no fue otra cosa que salarios miserables para los trabajadores mexicanos, constante incumplimiento (con el aval gubernamental) de la Ley Federal del Trabajo, evasión de pagos a los organismos de seguridad social y crecimiento exponencial del outsourcing (legalizado por el comandante Borolas, práctica ahora defendida a capa y espada por Luisa María Alcalde y Ricardo Monreal), entre otras gracias.

Pues bien, a la OCDE le tomó seis sexenios (de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto) reconocer que México no sólo es el país con los salarios más bajos dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, sino donde es más barato para los empleadores contratar una vez sumados impuestos y retribuciones a la seguridad social ( La Jornada, Dora Villanueva).

La información publicada por La Jornada detalla que “en el informe Tax wages la OCDE expone que los 14 mil 187 dólares que gana en promedio un trabajador formal en México están lejos de la media de 47 mil 855 de la región y también se despegan de Chile –el país que le hace segunda como el más bajo en cuanto a remuneraciones–, que paga 24 mil 160 dólares anuales. En las antípodas, los salarios promedio en Suiza alcanzan 79 mil 38 dólares al año, casi cinco veces el salario en México. Y entre los principales socios comerciales del país, Estados Unidos y Canadá, el ingreso medio es de 57 mil 55 y 45 mil 813 dólares, respectivamente”.

En cuanto al costo laboral, continúa la información jornalera, también el de México es el más bajo en la región: asciende a 15 mil 839 dólares, una vez que se suman los impuestos sobre la renta y sobre la nómina, así como las contribuciones a la seguridad social que hacen empleados y empleadores. En Chile, también el más cercano a México en este rubro, es de 24 mil 160 dólares, mientras el promedio de la región alcanza 55 mil 587 dólares.

Lenta, pero segura, la OCDE final y milagrosamente entendió el enorme costo social de la política salarial imperante en el periodo neoliberal y ahora intenta expiar culpas (toda vez que en los seis gobiernos de la temporada aplaudió las decisiones gubernamentales y las prácticas empresariales en la materia) al reconocer (lo que hizo la Cepal desde hace muchos años) que México está en el sótano.

Y el tardío reconocimiento de que en materia laboral México se mantiene en situación extremadamente endeble sólo involucra al empleo formal (en el que apenas se ocupa uno de cada tres mexicanos en edad y condición de laborar), porque el balance del sector informal es verdaderamente escalofriante, producto, también, de la moderna política sectorial de los neoliberales.

Así, todos los ahorros laborales (competitividad, le llamaban) que seis gobiernos procuraron a los empresarios abarataron tanto la mano de obra –con el tremendo impacto en el nivel de pobreza que ello implicó– que México sobresale por ser el país que peor paga y trata a sus trabajadores. ¡Qué logro!

Las rebanadas del pastel

Mariposas amarillas y un fuerte aplauso para despedir al querido caifán mayor Óscar Chávez, con el deseo de que su tumba siempre huela a primavera.