Cruce fronterizo donde se realiza casi 40 por ciento del comercio entre México y Estados Unidos y con alrededor de 400 mil habitantes, Nuevo Laredo representa un punto de riesgo extremo ante la pandemia del coronavirus, asegura personal médico de esa ciudad tamaulipeca, y apremia por el reforzamiento de equipos médicos, infraestructura y protocolos sanitarios, “antes de llegar a un nivel de casos incontrolable.

Lo más terrible es que en todo este tiempo no ha podido establecerse un control para la atención de los casos. Se ha dado de alta voluntaria a pacientes positivos en fin de semana y sin ningún rigor. Y a eso se suma que aquí no existen laboratorios para hacer pruebas. Todo tiene que enviarse a Reynosa, a Tampico e incluso a la Ciudad de México. Incluso las clínicas privadas no tienen licencia para realizarlas, y las respuestas tardan más de cinco días en llegar.

A condición de no revelar sus nombres, varios especialistas encargados de la primera línea de atención; protestan: ya no sabemos cómo hacernos escuchar. Hemos tratado de acercarnos al alcalde, a diputados locales, a la jurisdicción sanitaria para explicarles y no nos responden.

En Nuevo Laredo sólo están habilitados para pacientes de Covid-19, el hospital general y algunas camas de la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Elemento de preocupación son también los cruces en los puentes fronterizos y las condiciones de los albergues para migrantes.

Y si bien de México hacia Estados Unidos el control es rígido y sólo ingresan quienes tienen permiso por trabajo o ciudadanía, hacia este lado no hay restricción alguna ni control sanitario, las aglomeraciones son frecuentes con el peligro que implican.

La devaluación del peso también ha motivado mucho el cruce hacia el lado mexicano porque pueden comprar más barato, lo que incrementa el descontrol y la posibilidad de contagios, subrayan como un argumento más para demandar a las autoridades de Salud que se dé prioridad a esa frontera.