19 de abril de 2020 • Número 151 • Suplemento Informativo de La Jornada • Directora General: Carmen Lira Saade • Director Fundador: Carlos Payán Velver

Salud rural y COVID


Comer bien, fundamental para la salud.

Chiapas La respuesta está en la salud popular

Gerardo González Figueroa El Colegio de la Frontera Sur

Dónde estamos

Para empezar, Chiapas es una entidad pobre, en donde la exclusión y la desigualdad son parte del panorama de la entidad. Hoy son más visibles racismo y violencia de género.

El salario promedio en San Cristóbal de Las Casas, es de 4 mil pesos mensuales y raras son las personas que tienen prestaciones.

Si bien Chiapas produce maíz, café, ganado, cacao, frutas, ya no es la riqueza que se presume, pues cada día se deterioran más las condiciones de producción. Chiapas tiene déficit, aporta menos del 2 % al PIB nacional, su crecimiento es deficitario, ocupa entre el 3º y 4º lugar en disponer de los recursos públicos de la federación… recursos, por cierto, cuyo destino no sabemos.

Hoy en el panorama de la salud-enfermedad de las zonas indígenas siguen predominando las enfermedades infecciosas: gastrointestinales y respiratorias, pero ya tenemos serios problemas que parecen una paradoja: desnutrición y malnutrición, obesidad y diabetes, hipertensión y cardiopatías.

En una publicación coordinada por el Dr. Héctor Ochoa Díaz-López, investigador de ECOSUR, nos dimos a la tarea de escribir sobre la salud en la frontera; el título de la obra es “La frontera sur de México, ¿una salud en crisis? (2018), y en ella damos cuenta de las causas o determinantes del complejo panorama de la región.

Hoy, por ejemplo, la esperanza de vida en mujeres es de 75 años; en hombres de 69, con una mortalidad infantil de 25.3 x 100 NV (con base en la información del INEGI 2010).

Otros datos que analizamos fueron los de la tuberculosis, con tasa de 24.5 por 100 mil habitantes; la mortalidad materna de 63.8 por 100 mil nacidos vivos, y en desnutrición crónica en menores de 5 años (baja talla) de 27 por ciento (datos de Ensanut 2006 y 2012 y del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades. Tuberculosis, 2011).

En lo que se refiere a diabetes, obesidad y sobrepeso, los porcentajes son: 5.6 en hombres y 7.6 por ciento en mujeres, debajo del promedio nacional que está en hombres en 9.1 y en mujeres 9.4 por ciento. En obesidad, 58% en hombres; en mujeres 67.6% debajo del promedio nacional que es 69.4 en hombres, y del 73 en mujeres.

Los determinantes sociales

Los Determinantes Sociales de la Salud son “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud. Esas circunstancias son el resultado de la distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel mundial, nacional y local, que depende a su vez de las políticas adoptadas”.

Las políticas neoliberales, que tiene como propósito la privatización de los servicios, y un presupuesto ínfimo con respecto al desafío de la situación de salud, nos han llevado a estos datos: por cada mil habitantes, Chiapas tiene 1 médico general, 0.4 médicos especialistas; 1.3 enfermeras, 0.4 camas de hospital, y 35.5 unidades de consulta externa por cada cien mil habitantes… ¿Así o más claro?

Si hay una entidad desigual y excluyente, además de racista, es Chiapas. Hay dos casos relevantes conocidos al respecto. El Hospital de las Culturas de San Cristóbal de Las Casas cuenta con 60 camas, atiende a entre 10 y 14 municipios, es decir, unas 600 mil personas. Cuando fue inaugurado, en el año 2010, por el entonces presidente Felipe Calderón, no tenía presupuesto.

El otro caso es producto del Programa de Ciudades Sustentables del ex gobernador (de triste memoria) Juan Sabines (2006-2012), quien construyó un hospital de primer mundo en una loma de Santiago el Pinar; el cual casi nadie utiliza.

Atención primaria de la salud y participación política

En el imaginario se piensa que Chiapas es una entidad pasiva, contenta con sus gobernantes o que la historia da inicio en 1994 con la aparición pública del EZLN, y sí, en parte, pero el sustento fue sin duda la lucha de diversos actores como la iglesia, las organizaciones populares, activistas, acompañantes, estudiosos de la realidad y eso amorfo que llamamos ahora sociedad civil (el colectivo anónimo).

La lucha por la tierra y la participación política lograron que se emprendieran proyectos de salud en regiones como Simojovel, donde la iglesia tuvo claro que se podría construir una teología del éxodo y la liberación. Otro ejemplo son las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) que construyeron el ejército del pueblo, prepararon sanitaristas y clínicas como las de Oventik, Morelia y una más pequeña en la región de Ocosingo, en la comunidad de Ibarra.

Proyectos como el de Nutrición en la frontera para atender a los refugiados guatemaltecos, llevaron también a la apertura de una clínica, y a mediados de la década de los años ochenta se creó la red PRODUSSEP, en la que participaron promotores, médicos y proyectos de salud. Por eso, cuando surge el conflicto y se crea la CONPAZ, los agentes de salud, tuvieron, como tienen, una actitud pro-activa en organizar y atender las emergencias.

Todo esto estuvo influido por la llamada atención primaria de la salud (APS), pero su importancia es que se ha basado en la participación y organización comunitaria, la valoración de los recursos y alternativas como la herbolaria y otras prácticas médicas y el reconocimiento de parteras. Así es como surgen organizaciones como la OMIECH, ejemplo de pequeñas organizaciones de médicos indígenas y tradicionales.

Por cada mil habitantes, chiapas tiene:

1 médico general,

0.4 médicos especialistas,

1.3 enfermeras,

0.4 camas de hospital

En plena crisis -nada nuevo en la realidad social de los pueblos-, la salud popular está en desventaja, pues los recursos se van a temas como el VHS-SIDA, mortalidad materna, derecho a la salud (en plural es más acertado: derechos), entre otros.

Es importante pensar que la APS es una primera línea de atención, para tener gente más sana; sin duda, la APS es una salida a la crisis que se nos avecina.

¿Hay caminos?

No son pocas las organizaciones que lucharon por la tierra y aportaron a la participación política amplia que ahora definen nuevos campos de acción. Uno de ellos es la nutrición, la soberanía y autosuficiencia alimentarias y en el impulso a la agroecología; en este tema la participación de las mujeres es fundamental.

En el caso de la pandemia, si bien la lucha es desigual, la experiencia de las autonomías (de nuevo, el plural), de la participación de nuevas generaciones, o sea, nuevas ideas, y la larga experiencia en las resistencias, nos permite tener la convicción de que se podrá salir adelante, como en 1994: caminando se aprende y nos liberamos. •