19 de abril de 2020 • Número 151 • Suplemento Informativo de La Jornada • Directora General: Carmen Lira Saade • Director Fundador: Carlos Payán Velver

Ley de Maíz Nativo


Mazorca. Malin Jönsson

Ley de Maíz Nativo: proteger al maíz es proteger a México

Malin Jönsson Fundación Semillas de Vida, A.C. Twitter: @_SemillasdeVida

Después de décadas de abandono y olvido de la producción campesina del maíz, base y sustento de la dieta mexicana, y un largo camino recorrido por parte de quienes lo defendemos, por fin se aprobó una ley en defensa del maíz nativo. El modelo económico neoliberal dejó la producción campesina de maíz prácticamente sin apoyos productivos, expuesta a la competencia desleal con un maíz transgénico homogéneo que el año pasado llegó a ser 32% del consumo nacional.

Si las y los campesinos se apropian de la Ley Maíz de Nativo, esto puede ser el primer paso hacia la recuperación de nuestra soberanía alimentaria. Esta Ley es única en el mundo, porque convierte esta semilla esencial en un derecho humano para las y los mexicanos. La Ley de Maíz Nativo reconocerá las actividades de producción, comercialización y consumo, relacionadas con el maíz nativo como una manifestación cultural mexicana. Nuestro legado gastronómico estará protegido porque el Estado estará obligado a garantizar el acceso al maíz nativo como parte de una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad.

Lograr que se aprobara no fue fácil. Los intereses de monopolios agroalimentarios poderosos, a decir de la senadora Ana Lilia Rivera, estaban presentes. En un inicio, el Consejo Nacional Agropecuario se opuso a la ley por ser ambigua y dijo que, de aprobarse, el kilo de tortilla costaría sesenta pesos.

El 3 de marzo de 2020 decidimos poner en marcha la campaña de incidencia política #LeyMaízYa, creada por la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País. Fue un gran esfuerzo colectivo que sumó campesinas/os, comunidades indígenas, científicos/as, organizaciones de la sociedad civil, empresarios, legisladores, 52 mil personas que firmaron el exhorto, chefs, intelectuales, periodistas gastronómicos y artistas. La ley es una realidad por quienes que pusieron su granito de maíz.

La Ley de Maíz Nativo fue presentada por las senadoras Ana Lilia Rivera y Jesusa Rodríguez. Encontró eco con el diputado Diego del Bosque, quien logró que, después de 7 meses, la Comisión de Desarrollo y Conservación Rural, Agrícola y Autosuficiencia Alimentaria, sesionara y aprobara la ley con modificaciones.

Bajo el grito ¡sin maíz no hay país!, en el Pleno de la Cámara de Diputados y Diputadas, se celebró la aprobación de la Ley de Fomento y Protección al Maíz Nativo por unanimidad, el 18 de marzo de 2020.

Mazorcas de maíz nativo, expresiones artísticas y referencias a nuestros mitos de origen se hicieron presentes en el Pleno del Senado, lo que nos permitió ver, otra vez, que el maíz es un símbolo poderoso que nos une. El 24 de marzo de 2020, fue aprobada.

En todas las idas y vueltas, la sociedad civil tuvo un papel central en donde demostramos que la organización colectiva siempre da cosecha.

La Ley de Maíz Nativo reconocerá las actividades de producción, comercialización y consumo, relacionadas con el maíz nativo como una manifestación cultural mexicana. Nuestro legado gastronómico estará protegido porque el Estado estará obligado a garantizar el acceso al maíz nativo como parte de una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad.

El principal reto de cualquier ley en México es que se cumpla. El Estado estará obligado a construir las políticas públicas necesarias y esto se logrará a través del Consejo Nacional del Maíz Nativo. Aún queda pendiente que se publique en el Diario Oficial de la Federación, saber cuál será su reglamento y quiénes conformarán al Consejo. Sin embargo, para que la Ley funcione consideramos imprescindible:

  1. Establecer precios de garantía para la producción de maíces nativos suficiente para una vida digna de las y los campesinos. Es indignante saber que el pago promedio es de cuatro pesos por kilo de maíz pues no cubre ni el costo de la mano de obra ni el de la producción.
  2. Generar información oficial para conocer la dinámica de la cadena de los maíces nativos y saber cuál es el recorrido de la semilla que llega a nuestros platos.
  3. Desarrollar un plan que explique cómo el Estado garantizará la protección efectiva de los maíces nativos en contra de la contaminación transgénica.

Cuando decimos que el maíz es nuestra raíz, nos referimos al profundo valor del maíz desde las antiguas culturas mesoamericanas hasta la actualidad, pero también a que la semilla más consumida del mundo creció por primera vez aquí. Tenemos una amplísima agrobiodiversidad de maíces con, por lo menos, 64 razas nativas y criollas, miles de variedades; protegidas y desarrolladas por las y los campesinos durante más de 7 mil años. La historia vive dentro de nuestras casas o en cualquier taquería, fonda o restaurante de la República.

En este momento de emergencia social es necesario valorar el trabajo rural, mejorar nuestra dieta y procurar un consumo sustentable. La Ley es una invitación a que hoy apoyemos el cuidado del maíz nativo para la cultura, salud y disfrute de generaciones futuras.

Sin campo mexicano no hay maíz y sin maíz no hay país. •