Rompen aislamiento por salud mental
Otros ya no saben que día es y prefieren no ver el reloj
Miércoles 15 de abril de 2020, p. 31
Daniela, trabajadora en el gobierno federal, no es víctima de violencia familiar, pero confiesa que enfrenta situaciones distintas por el arraigo domiciliario que realizan miles de capitalinos para evitar la propagación del virus SARS-CoV-2, porque una de sus hijas adolescentes tuvo una crisis de estrés, debido al encierro que cumplen desde el pasado 23 de marzo.
Mencionó que en los recientes días optó por romper el aislamiento y salir sólo durante las noches a caminar unos minutos a lo largo de la calle donde se ubica su domicilio, del que se reserva su ubicación, a fin de evitar daños en la salud mental de la joven de 14 años.
Como parte de sus actividades habituales antes de la emergencia sanitaria, la adolescente salía a caminar con su hermana de 17 años a los parques o plazas comerciales, tenía reuniones con sus amigos y realizaba tareas en equipo; además, los fines de semana siempre iba al cine
.
El mal humor, el estrés y el insomnio estaban siendo las constantes en la conducta de la joven de 14 años, por lo que Daniela optó por establecer en casa horarios de trabajo y de estudio para ella y sus dos hijas, aunque admite que es difícil, porque ahora trabaja más horas en casa que en la oficina.
Aseguró que poco antes de las siete de la mañana inicia su jornada laboral, y en ocasiones son las 11 o 12 de la noche y sigo sacando los pendientes que se atraviesan, entonces medio como a la hora de la comida y medio platico con ellas; por eso tuvimos que fijar horarios
.
Dijo que las tareas de la escuela se realizan en la sala, porque es el lugar de la casa con más luz natural y ya no permite que las jóvenes permanezcan mucho tiempo en sus recámaras porque son menos iluminadas. Mientras que su esposo, quien por cuestiones de trabajo sigue saliendo, tiene que cumplir con los protocolos de higiene al llegar a casa, y colaborar con la preparación de alimentos.
Nostalgia por la calle
El aislamiento se rompe los fines de semana cuando van al supermercado a realizar la compra de la despensa.
Esa situación se repite en el caso de Rodrigo, quien trabaja en la administración local y quien añora volver a subirse en su bicicleta, pues todos los días se trasladaba en ella desde su departamento, en la colonia Roma, al Zócalo.
Dijo sentir nostalgia por la calle
, aunque ahora come más saludable porque se prepara sus alimentos; sin embargo, señaló que ya no sabe qué día es y que prefiere no ver la hora para que el día no se le haga largo, porque ahora trabaja más desde casa.
Como vive solo y casi no hay ruido en su edificio, confesó que alcanza a escuchar las discusiones en voz elevada
de sus vecinos, que supone son por los días de encierro.