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Empleo, en el ojo del huracán // Salvaguardar plazas e ingreso

E

l Covid-19 causa estragos en todas partes. En lo sanitario y económico los países ya no sienten lo duro, sino lo tupido. Por ejemplo, en materia laboral las fuentes de empleo caen como fichas de dominó y es más que notoria la falta de solidaridad del capital –especialmente de los empresarios que más acumulan– para apoyar a sus respectivas plantillas.

En esta materia, en algunas naciones la diferencia –así sea mínima– la marca el seguro de desempleo (en México se intentó dar cuerpo a una estructura de esa naturaleza, pero la patronal lo echó atrás), pero a estas alturas la demanda comienza a rebasar las capacidades.

Por ejemplo, en Estados Unidos las solicitudes del seguro de desempleo acumulan (hasta el pasado 4 de abril) más de 16 millones desde que el Covid-19 fue declarado pandemia, monto récord en la historia del vecino del norte que da puntual cuenta de la delicada situación laboral que registra. Algunos expertos estiman que en esa nación la tasa de desempleo superará 13 por ciento, lo que, de concretarse, sería la mayor desde la Gran Depresión.

En México, la semana anterior el gobierno federal informó que entre el 13 de marzo y el 6 de abril pasados se cancelaron cerca de 347 mil empleos formales (registrados en el IMSS), atribuible al creciente efecto económico del Covid-19 y, desde luego, al a mí me vale declarado por algunos los empresarios que en materia de solidaridad se lavan las manos.

En el primer año de la crisis de 1995 (cuando Zedillo endeudó al país vertiginosamente y a cambio entregó, íntegra, la factura petrolera al gobierno de Clinton) el registro oficial documentó la cancelación de más de 800 mil empleos formales. En el primer año, pero de la pandemia de influenza (2009, con el comandante Borolas, que también endeudó al país) unos 550 mil trabajadores fueron despedidos, con todo y que en ambos gobiernos la promesa oficial fue que sus draconianas estrategias de recuperación económica no tenían otro objetivo que la defensa del empleo. Y el problema se agravó, pues México no contaba –ni cuenta– con un seguro de desempleo que contribuya a paliar la falta de ingreso para los trabajadores que son despedidos o aquellos que (como eufemísticamente los empresarios lo denominan hoy) son invitados a resguardarse en sus respectivas casas sin goce de salario.

En vía de mientras, el IMSS divulgó su informe de marzo de 2020 sobre el número de trabajadores afiliados al instituto. De él se toman los siguientes pasajes. Al cierre de ese mes, existen registrados 20 millones 482 mil 943 puestos de trabajo; 85.9 por ciento son permanentes y 14.1 por ciento eventuales. En los últimos años estos porcentajes se han mantenido relativamente constantes.

Por los efectos de la emergencia sanitaria, en marzo se registró una disminución mensual de 130 mil 593 plazas formales, equivalente a una tasa mensual de –0.6 por ciento. Así, la creación de empleo en el primer trimestre de 2020 es de 61 mil 501, de los cuales 55 por ciento son permanentes.

En los últimos 12 meses la creación de empleo sumó 134 mil 435 puestos, equivalente a una tasa anual de 0.7por ciento). Este crecimiento anual es impulsado por el sector de comunicaciones y transportes, con 5.2 por ciento; agropecuario, 3.4, y servicios sociales y comunales, 2.8. Los estados con mayor aumento anual de afiliación son Tabasco, Campeche y Sinaloa.

Por lo que toca al ingreso promedio, el IMSS detalló que al 31 de marzo pasado el salario base de cotización de trabajadores asegurados fue de 399.3 pesos, lo que representa un aumento anual nominal de 7.1 por ciento, el más alto para un marzo de los últimos 10 años. Desde enero de 2019, el salario base de cotización registra crecimientos anuales nominales superiores a 6 por ciento).

Las rebanadas del pastel: Nunca estará de más agradecer y aplaudir la entrega de médicos y enfermeras. Ellos nos cuidan; cuidémoslos nosotros. Evitemos manifestaciones salvajes en su contra.