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Desde otras ciudades

Río de Janeiro en tiempos de coronavirus: el confinamiento también afecta a pepenadores

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▲ El Río de Janeiro de estos días contrasta con el que semanas antes fue durante el carnaval.Foto Afp
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eise Geraldine es una recolectora de basura, como muchos que generalmente se ganan la vida en Río de Janeiro limpiando botellas o latas que los restaurantes y bares dejan en la acera.

Pero con el brote de coronavirus que mantiene a los consumidores en casa y a los negocios cerrados, su cooperativa de recolectores de basura ha parado y sus integrantes luchan por poner comida en sus mesas.

¿Cuándo me quedaré sin pañales y leche para mis hijos?, preguntó Geraldine desde su casa, que tiene una lámina corrugada como techo y paredes hechas con paneles delgados de madera.

Porque nosotros nos podemos arreglar sin cosas, pero los niños no.

Geraldine es integrante de la Cooperativa Popular Amigos del Medio Ambiente, un grupo de recolectores de basura en esta enorme ciudad.

El grupo cuenta con casi 900 miembros que juntan y clasifican la basura buscando artículos que puedan vender a las empresas de reciclaje. Ahora, sin embargo, las instalaciones de la cooperativa, que alguna vez fueron bulliciosas, están vacías.

Brasil tiene más de 4 mil 500 casos de coronavirus, más que cualquier otro país en América Latina, y sus autoridades federales y estatales enfrentan una dura lucha para contener el virus.

El presidente Jair Bolsonaro no cree en la cuarentena y ha dicho que así como la enfermedad puede matar, el hambre también. Mientras tanto, las autoridades estatales, incluido el gobernador de Río de Janeiro, han impuesto esa medida, de acuerdo con las directrices de las organizaciones internacionales.

Pero esas restricciones han tenido un costo alto para los trabajadores más vulnerables. Esta semana al personal no le queda nada, ni dinero para comprar sus alimentos o mantener sus gastos, afirmó Luiz Carlos Fernandes, presidente de la cooperativa popular.

Jhonatan Ezequiel ha recolectado basura para la cooperativa por sólo cuatro meses. Le preocupa el dinero, pero la salud es lo primero.

Tengo mucho miedo de que algo infecte a mi familia, la vea morir y yo no pueda hacer nada.

Reuters