a pandemia del Covid-19 ha profundizado las heridas de los partidos Demócrata y Republicano, mientras se acentúan las fuerzas centrífugas que han revivido las veleidades secesionistas que se expresan más nítidamente en California.

Más allá de la guerra civil soft en proceso (https://bit.ly/39V6mZy) y la fronda de los “evangelistas sionistas (https://bit.ly/3b3uLNM)” en EU, California se ha distinguido por sus tentativas fallidas de secesión: 1. “Las 6 Californias (https://bit.ly/3a81Eb6)”; 2. El Calexit (https://bit.ly/34v0xAW), y 3. La “Independencia de la Nueva California y su desmexicanización (https://bit.ly/2JZCNeE)”.

Pero las sucesivas y fallidas secesiones de California nunca habían llegado al paroxismo de una declaración de independencia en boca de su gobernador, Gavin Newsom (GN), muy poco divulgada.

Bloomberg, conspicuamente antiTrump, publica la declaración de independencia sin tapujos (https://bit.ly/2XECfTR), mientras que el portal Daily Kos ( DK), muy cercano al ala izquierda del antidemocrático Partido Demócrata, suaviza la telúrica declaración como simplemente “retórica (https://bit.ly/2JXU1cp)”.

En medio de la guerra de mascarillas en EU, el gobernador comentó nolens volens a MSNBC que usaría gran parte del poder adquisitivo de Californiacomo Estado-nación (¡súper-sic!) para adquirir el equipamiento hospitalario que el gobierno federal le niega.

En una subrepticia jugada de seducción vecinal, agregó que California estaría dispuesta a exportar algunos equipamientos a los estados necesitados, que, a mi juicio, serían las entidades demócratas que dominan en la costa occidental de EU, lo cual conlleva implicaciones muy serias de balcanización sanitaria, en esta fase.

Francis Wilkinson (FW), de Bloomberg, da a entender que la independencia de California quizá conlleve a algo más, pero se detiene a conjeturar las implicaciones de los preparativos (sic) de la guerra civil (sic) entre el trumpismo y la incipiente mayoría (sic) del siglo 21 en EU, encarnada por el electorado liberal multirracial de California–donde vale la pena recordar que la mayoría de sus casi 40 millones de habitantes son mexicanos.

Por lo pronto, el gobernador piensa adquirir más de 200 millones de mascarillas para hacer frente al Covid-19 (https://on.msnbc.com/3cgNbep).

La lectura de FW es que el gobernador envió un potente mensaje a los dos partidos políticos y aduce que esta guerra civil (sic) por otros medios, que tiene como objetivo consagrar el dominio de la minoría (sic) del Partido Republicano, provocará una contraofensiva del Partido Demócrata.

FW mueve el espectro de una rebelión fiscal cuando los contribuyentes de California representan 15 por ciento de los impuestos individuales del Tesoro.

Rememora que el gobernador disidente ya había usado la frase (sic) de Estado-nación –lo cual, a mi juicio, si adquiere el sentido positivista del galo Auguste Comte, tendría intensas connotaciones epistemológicas y geopolíticas.

Joe Garofoli, del San Francisco Chronicle, había advertido el año pasado que “la visión de GN no era únicamente ser la encrucijada de resistencia (sic) contra Trump; sino ser su propia nación-Estado (https://bit.ly/2JWBCgj)”.

FW enumera los contrastes agudos que existen entre el Demócrata GN y el Republicano Trump con varios temas delicados que ponen en riesgo el federalismo, pero más que nada la supremacía cultural y racial del Republicano frente a la ciudadanía multirracial de California.

DK matiza la declaración de GN de independencia que juzga de carácter retórico en esta fase, mientras enarbola a California como el bastión de la transformación demográfica y la legislación progresista de EU.

DK coloca en relieve el poderío económico de California –asiento de Hollywood, la base naval nuclear de San Diego, y de las joyas tecnológicas de Sillicon Valley– que si fuera país sería el quinto global (https://bit.ly/2Xu1bwY).

¿Las fuerzas centrífugas de EU y la veleidad de independencia de California contaminarán a su vulnerable vecino del sur?

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