Ante los peligros que podrían correr los usuarios por el Covid-19, los asilos de ancianos, públicos y privados, han adoptado diversas medidas de precaución, que van desde establecer medidas estrictas de sana distancia en las visitas familiares hasta prohibirlas por completo mientras dura la emergencia sanitaria, además de extremar precauciones en la higiene de los establecimientos y sus trabajadores.

Ana Luisa Gamble, directora de atención geriátrica del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam), indicó en entrevista que en los seis albergues de la tercera edad que tiene ese organismo en el país (cuatro en la Ciudad de México, uno en Guanajuato y otro en Oaxaca) se han adoptado medidas de precaución sanitaria para los usuarios, que son casi 130.

“Lo principal es maximizar el aseo de manos, la limpieza de superficies con agua y cloro, y la sana distancia, aunque en los albergues hay gente que debemos bañar y cambiar de ropa.

Los trabajadores usan tapabocas y se deben cambiar de ropa al llegar, porque ellos van y vienen de sus casas. Hasta el momento no tienen reportes de personas contagiadas por coronavirus, indicó.

Acerca de las visitas familiares, Gamble explicó que el Inapam no las ha suspendido en forma total, pero sí ha establecido medidas de seguridad, como guardar una distancia mínima de dos metros y no permanecer dentro de las habitaciones cerradas de los asilos, así como restringir las salidas de los adultos mayores, a menos que sea por una emergencia.

En contraposición, varios albergues privados para personas de la tercera edad sí han restringido por completo las visitas de los familiares con la finalidad de no correr riesgos de un eventual contagio.

Entre ellos se encuentran la Fundación para Ancianos Concepción Béistegui, la Casa de Reposo San Judas Tadeo y la Residencia de Reposo y Rehabilitación, todas ubicadas en la Ciudad de México.

Personal de un corporativo dedicado a brindar atención a adultos mayores señaló bajo la condición de mantener el anonimato por motivos de discreción y seguridad, que algunas familias se sintieron incómodas por la disposición de no permitir visitas, pero acataron la medida, al tiempo que hubo otras que decidieron sacar a sus familiares de los albergues por razones económicas.

Respecto de la coordinación con las autoridades, las personas entrevistadas lamentaron que apenas el 4 de abril recibieron un correo electrónico del Instituto Nacional de Geriatría con los protocolos a seguir en los asilos durante la emergencia sanitaria, sin que haya ningún tipo de revisión de los albergues ni entrega de ayuda de parte de los responsables sanitarios.