La pandemia del nuevo coronavirus (SARS-Cov-2) es también una crisis de la conciencia, pues el confinamiento podría provocar cierta insensibilidad al sufrimiento de quienes siempre padecen más, considera el creador escénico Luis de Tavira.

En entrevista con La Jornada, el también teórico teatral reflexiona sobre la emergencia sanitaria y el capitalismo desde una perspectiva histórico-cultural en la que se ve involucrado el quehacer escénico contemporáneo.

‘‘Vivimos atrapados en el chantaje de un sistema que nos ha hecho pensar desde la economía del mercado que la crisis es permanente y que por tanto nada puede cambiar. Sin embargo, en lo real, en la naturaleza y en la historia, no hay crisis permanente. Todas son pasajeras. ‘‘Pero no todas las crisis se han superado para mejorar’’, añadió.

‘‘La historia está tramada por largos periodos de abyección y algunos luminosos momentos de liberación.

‘‘Esta pandemia nos afecta a todos y conlleva un reto que la razón ha de asumir como una crisis que nos conmina a pensar en defensa propia y a vivir igual como una experiencia de solidaridad.

‘‘Se trata también de pensar las paradojas que traman la complejidad de la situación. Pues resulta paradójico que la solidaridad consista en aislarse.’’

Impedir insensibilidad ante el sufrimiento de los demás

Inmersos en tan singular situación, Luis de Tavira inquiere: ¿cómo impedir que esa salvaguarda nos haga insensibles al sufrimiento delos vecinos y de los que siempre sufren más?

‘‘Desde los tiempos del andar trashumante del Carro de Tespis, el pensamiento sobre el teatro se ha asociado al pensamiento sobre la peste, en parte porque ninguna expresión humana resulta más poderosa para experimentar que el asalto de esta crisis pandémica, que es también una crisis de laconciencia.’’

Esta pandemia es distinta de otras que ha enfrentado la humanidad, ‘‘porque su consistencia es el instante’’, tanto como el teatro sólo puede ser el de hoy.

El reto, estima, ‘‘será volver a pensar en esa asociación histórica, cómo puede ser pensada hoy’’.

La situación crítica se prolongará muchas semanas y habrá que ser fuertes para resistir, advierte.

‘‘Hay que encontrar la fuerza que brota cuando miramos de frente la fragilidad que nos iguala a todos. Nadie se salva solo’’.

La tarea de la cultura es determinante

La tarea de la cultura en estos momentos, refiere Luis de Tavira, ‘‘será decisiva, porque precisamente la cultura es la conversación que nos sostiene y habrá que mante-nerla viva y presente a travésde todos los recursos que el ingenio técnico y poético sepan inventar’’.

Los hacedores de teatro ‘‘tenemos que enfrentar otra paradoja. El teatro es la reunión viva en el aquí y ahora de la presencia. Un arte colectivo e inmediato que no es posible intermediar a través de la telecomunicación.

‘‘Para conservar el poder de convocatoria a esa reunión, hoy tenemos que interrumpir las funciones y los ensayos. Tendremos que aprender a vivir el aislamiento como una preparación. Una preparación del corazón para el rencuentro.

‘‘Stanislavski ya nos había enseñado que un actor se prepara. Es decir, que para hacer teatro siempre será necesario hacer antes algo que no es hacer teatro. Un conjunto de acciones que él llama prepararse para el teatro.

‘‘El reto hoy será descubrir en qué consiste esa preparación para acceder al ensanchamiento de la construcción mental del afuera, lo diferente, el límite, su paulatina apertura, su tránsito.’’

Respecto de la reciente celebración por el Día Mundial del Teatro, con foros cerrados, De Tavira considera que fue una jornada especial para recordar a Antonin Artaud y Sófocles. Al francés porque escribió: ‘‘El teatro, como la peste, es una crisis que se resuelve en la muerte o en la curación. La peste es un mal superior porque es una crisis total, que sólo termina con la muerte o una purificación extrema’’.

A Sófocles porque se debe hallar en las preguntas del Coro frente a la peste de Tebas, una advertencia decisiva: ‘‘Algo tiene que cambiar’’.