Consejeros electorales y el Nintendo republicano // Cambio del color de gobierno // Quedémonos en casa
arde me enteré que la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados (Jucopo) debería recurrir a un sanedrín, una junta de notables, un sacro collegio cardinalizio, integrado por siete mexican@s excepcionales con el fin de que le auxiliara a encontrar a otros cuatro ciudadan@s, a quienes distinguiera, además de su sapiencia en la ciencia jurídica, en particular sobre el derecho constitucional y la legislación electoral, lo relativo a los derechos humanos y, por supuesto, la vocación por la democracia, esta estructura de gobierno, que reclama como elementos constitutivos de la nación, la igualdad y la justicia.
Automáticamente me pregunté a mí mismo (ante la imposibilidad de preguntarle a alguien más cercano a metro y medio). ¿Otra vez los señores diputados quieren retornar a los juegos malabares, a los circunloquios, los oxímoron, a la comedia de las equivocaciones, al juego de los espejos, al Nintendo republicano en que el ejercicio del poder político se ejerce merced al concenso de tres instancias (flor de equilibrio), aunque esto no sea sino una realidad virtual?
El entonces Presidente Peña Nieto propuso al Senado de la República, dentro de una terna, al absolutamente descalificado Eduardo Medina Mora como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los señores senadores sabían que este sujeto tenía dos características: 1. No cubría ninguna de las calidades reclamadas por la Constitución y, 2. Rebasaba con creces los impedimentos legales, y sobre todos éticos, para desempeñar esa nobilísima encomienda. Todos los sabemos: Medina Mora fue votado favorablemente por la mayoría senatorial, la que incluyó votos de la ridícula oposición. Trascendió a la Suprema Corte para confirmar y seguir promoviendo sus intereses. Cambia el color del gobierno, es decir, principios, objetivos, formas cotidianas de comportamiento, pero Medina Mora sigue ejerciendo en favor de los peores intereses sociales. ¿Es afiebrado y no entiende que las cosas han cambiado? ¿Es audaz o desmedidamente ambicioso? ¿A quién nos puede importar su yo íntimo?, simplemente es un delincuente insolente y seguro. (Y, hasta la fecha, con razón).
Traigo este asunto a cuento porque ejemplifica lo que va a pasar con la elección de los cuatro consejeros del INE: un Senado peñista recibió instrucciones para que el socio, cómplice y todo fuera ungido como ministro de la SCJN. Lo fue. (¿Hubo oposición? No lo sé) Otro Senado, surgido de las antípodas ideológicas, le otorga un salvoconducto inimaginable.
Vale la pena construir múltiples y cerrados cernideros desde arriba y hacer la criba definitiva cuando, caiga lo que caiga, será una bendición.
Pero de lo que sí estoy seguro es que las dos mujeres y los dos hombres que arriben al topus uranus (un mundo mucho menos idealista que la concepción platónica), entenderán el cómo y por qué de su progenie.
No saben lo que lamento dejar fuera algunos comentarios sobre los comportamientos de los cuates de la familia real española, de mi prima Leticia Ortiz y su aplaudible cónyuge, que con estas actitudes ya hasta estamos reconsiderando recibirlos en casa. El mundo cambia en segundos. La tragedia es obviamente terrible, pero no poco menos que nuestra necesidad de ser.
Quedémonos en casa cuanto poda-mos, y a la mejor no leer estas tonteras también ayuda.