Economía: ¿caída libre? // Arrecia zarandeo global
o hay duda de que el Covid-19 pegará, y fuerte, en la economía global, mandarriazo del que la mexicana no se salvará. Sin embargo, aún no está claro de qué tamaño será el efecto, aunque los siempre oportunos videntes
financieros ya se dan vuelo con estimaciones igual de aceleradas que de distantes entre sí.
Entre lo más reciente destaca la abismal diferencia entre los pronósticos de un grupo financiero y otro, basados, según ellos, en hechos concretos
. Por ejemplo, los adivinadores del Bank of America pronostican que en 2020 la economía mexicana caerá 4.5 por ciento, mientras los de Citibanamex auguran un descenso de 2.6 por ciento.
Vendrán más estimaciones ilustradas
, todas ellas negativas, pero en vía de mientras el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey divulgó su más reciente análisis y de él se toman los siguientes pasajes. Va, pues.
Se presentan eventos que van en detrimento de las expectativas de crecimiento económico para nuestro país. Elementos internos y externos han oscurecido el panorama, de manera que será muy poco probable lograr la meta de 2 por ciento establecida por la actual administración para el cierre del año en curso.
En 2019 la economía mexicana cerró en terreno negativo (-0.1 por ciento). Esta caída se dio como resultado de la contracción en las actividades secundarias (-1.8 por ciento) y el menor ritmo de crecimiento de las actividades terciaras (0.4). Para 2020 se auguraba una recuperación, aunque varios acontecimientos han modificado esa expectativa.
En primer lugar, las acciones implementadas tras la declaración de pandemia del Covid-19 modificaron el día a día de las personas, así como sus hábitos de consumo. Las afectaciones impactarán directamente, sin duda, al sector turístico y a las empresas dedicadas al entretenimiento. Además, si el problema no llegara a contenerse rápidamente, otras actividades terciarias, como el comercio y los servicios de transporte, también se verían afectadas. La recuperación de las actividades secundarias también se verá ralentizada, particularmente en aquellas manufacturas que utilizan insumos provenientes de China, cuya llegada a nuestro país ha sufrido retrasos por cuestiones sanitarias.
En segundo lugar está la guerra comercial por el petróleo. Durante una reunión entre los países miembros de la OPEP y Rusia se tenía como objetivo disminuir la producción de crudo y, con ello, hacer frente a una menor demanda del hidrocarburo, ante los efectos del Covid-19. Sin embargo, Rusia consideró que tal baja productiva afectaría sus intereses y favorecería a compañías petroleras privadas, principalmente de origen estadunidense, por lo que decidió incrementar su producción. Esto, a su vez, provocó una reacción de Arabia Saudita incrementando también su producción petrolera.
De esta forma, al aumentar la oferta de petróleo, el precio del hidrocarburo ha tendido a disminuir y el barril de la mezcla mexicana ha rondado los 20 dólares, nivel cercano a sus costos de producción. Si bien las autoridades de nuestro país decidieron contratar coberturas petroleras, que aseguran un precio de 49 dólares por barril, éstas no amparan la totalidad de la producción.
Lo anterior impactará de manera negativa los ingresos presupuestados por la administración pública, ya que entre 25 y 30 por ciento de los ingresos federales provienen de la venta de hidrocarburos, de tal forma que se podrían hacer recortes en los gastos programados en el Presupuesto de Egresos del año en curso.
A nivel interno preocupan los malos resultados en materia de inversión. Una de las causas principales tiene que ver con la falta de confianza empresarial. Durante febrero pasado los indicadores de confianza en los sectores de manufacturas, construcción, comercio y servicios privados no financieros se ubicaron en terreno negativo, por lo que hacer frente a la coyuntura económica requerirá el esfuerzo de todos.
Las rebanadas del pastel
Y lo que falta.