arde que temprano reventaría la economía global, porque el modelo ya no da de sí. Más allá de la emergencia sanitaria, la ingrata contribución del coronavirus (Covid-19) ha sido adelantar, no mucho, los tiempos de la sacudida, y a partir de ya todo parece desmoronarse.

Mercados en picada, fronteras cerradas, disminución del comercio exterior, caída de las divisas, contracción del consumo, ajustes en el mercado laboral, etcétera, etcétera, y todo ello –versión oficial– es atribuible a la pandemia, por mucho que desde cuando menos dos años atrás se veía venir el nuevo mandarriazo.

De la sacrosanta globalización, defendida a capa y espada, la comunidad de naciones ha pasado al encierro, a obturar todo resquicio, a bajar la cortina para que no entre ni el aire. Todo con la histeria como catalizador, en un panorama económico global que luce desolador.

¿Qué sigue? Quién sabe, pero en vía de mientras la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) analiza el acontecer en su especialidad –del que se toman los siguientes pasajes– y advierte que el Covid-19 ha reducido la actividad económica drásticamente. Hasta ahora, considerando los graves impactos del virus en el primer trimestre de 2020, su posible extensión al segundo y más allá, las proyecciones de crecimiento de la demanda económica y petrolera se han ajustado a la baja.

Estos ajustes aún no se han reducido a los niveles de 2009, pero el alcance de las medidas emprendidas para contener el Covid-19 determinará el pronóstico de crecimiento de la demanda mundial de petróleo para el presente año. Ahora se estima que el avance económico mundial alcanzaría 2.4 por ciento (seis décimas menos que la evaluación de febrero), mientras el crecimiento de la demanda de petróleo se revisó considerablemente más bajo.

El transporte y los combustibles industriales se vieron afectados, y las restricciones de viaje impuestas resultaron en una reducción masiva de combustibles. Teniendo en cuenta los últimos desarrollos, los riesgos a la baja actualmente superan cualquier indicador positivo y sugieren nuevas revisiones a la baja en el crecimiento de la demanda de petróleo, en caso de que el estado actual persista.

La demanda de petróleo de China –el motor económico mundial– comenzó 2020 con niveles de crecimiento modestos. El inicio del Covid-19 jugó un gran factor en la reducción de la demanda de combustibles para el transporte, particularmente para aviones y gasolina. En el gigante asiático el crecimiento de la gasolina se volvió negativo en enero de 2020.

Con la información disponible sobre el Covid-19 se espera una mayor reducción del crecimiento de la demanda de petróleo de China. Los datos sugieren que el transporte y los combustibles industriales tuvieron un impacto negativo significativo en febrero de 2020, eliminando cualquier crecimiento durante el primer trimestre del presente año y desplazando la demanda de petróleo a lo negativo. El segundo trimestre también se ajustó a la baja, ya que se anticipa cierta desaceleración en las actividades económicas generales en comparación con la evaluación del mes anterior.

La última disminución anual en la demanda mundial de petróleo se registró en 2009, tras el inicio de la crisis financiera mundial. Ese año la economía mundial se contrajo 0.36 por ciento y los principales países de la OCDE cayeron en recesión, mientras el crecimiento también se desaceleró notablemente en otras economías importantes de todo el mundo.

Con ello, en 2009 la demanda mundial de petróleo disminuyó un millón 100 mil barriles diarios, la mayor caída desde 1982. El grueso del descenso se observó en naciones de la OCDE.

Las rebanadas del pastel

Antes de que los zopilotes mediáticos lo envíen a otra parte, la Bolsa Mexicana de Valores informa que si bien su presidente, Jaime Ruiz Sacristán, dio positivo en la prueba del Covid-19 y sigue bajo observación en el hospital, por recomendación médica y como medida preventiva, se encuentra bien de salud… Un enorme abrazo para el querido Enriquito en su aniversario número 10.

cfvmexico_sa@hotmail.com