Opinión
Ver día anteriorViernes 13 de marzo de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Belleza de India
¡Q

ué belleza tiene la literatura de Octavio Paz!, como canta al decir: su belleza no está en lo que dicen las palabras, sino en lo que, sin decirlo, dicen: ‘‘No desnudos sino a través del velo son deseables los senos”.

El lunes, por la mañana, leía Vislumbres de la India de nuestro poeta y me quedé nuevamente deslumbrado: no estaba el pensamiento donde estaba el cuerpo, seguía en fantasías de India.

En el triángulo de la tierra sagrada, teatro de las encarnaciones de los dioses de Mahabharata y reía al desaparecido Jacobo Grinberg en el corazón de Bharata Varsha; la gran pagoda hierática de Madura, los montes de Suleimán y los cielos de Birmania de las viejas películas de la Metro.

Elefantes con casquilletes áureos sobre las guadrapas Rajas de bronce y ébano en carrozas de plata. India misteriosa y lejana que me enlazaba al Egipto de mis amores. Noches de la antigüedad, de Norman Mailer, más misterioso y lejano aun, flotando sobre el río Nilo del que partió el poeta entre la vida y la muerte. A la noche densa de los vívidos luceros traspasados.

India, que al abrir sus ojos, borda dos esmeraldas en el callado y tibio terciopelo de sus jardines en calma. La seda de un velo en una bella mujer india apenas si rescata el limpio cobre de la tez caliente. Siete vueltas se señalan en los turbantes policromos; zarcillos y collares se derraman en los ríos sonoros y revuelos de sus cuerpos indios y sus cuentas de ámbar son amarillas de celos, violetas de deseo, rojas de místico sexo, verdes de creencias que no hay que confundir con el blanco de la esperanza.

India, jugo de limón y naranjas agrias, con las que creía descubrir el secreto de las noches indias, llena de ansias de sexo místico, leídas en el Kama Sutra. Sexo que besa sin besar, acaricia sin acariciar, toca sin tocar, penetra sin penetrar. En los kioscos de sus plazas/rumor de aguas y hojas silenciosas/ aguardan mujeres de cara cubierta, ojos hundidos y tez cobriza que traspasan sin traspasar el relámpago breve de sus vibraciones contenidas.

Hasta los bosques sagrados de India llegó nuestro poeta, se armonizó con el rumor,religiosidad, pluralidad y violencia y le cantó con voz de oro y aliento de fiebre sagrada mexicana, abrazado a la hoguera de las festividades indias, vestido con su traje blanco, bota charolada y la fuerza de su pluma mágica vestida de plata que enlazó cráteres de nieve con volcanes, dulces con picantes, misticismo religioso con sexualidad, recuerdos con realidades, India y los indios con México y los mexicanos.

Jugaba en mi fantasía con la religiosidad india, la hindú la comparaba con la religiosidad mexicana y apague la tele recordando a Mahatma Gandhi y el misterio de India y las culturas prehispánicas.